Es que el zorro le hizo una
tracalada
di otras picardías al tigre, pero, al fin un día lu encontró de sopetón, y de
rabia se lo tragó entero. Áhi 'taba el zorro en la panza del tigre, vivo, y
empezó a pensar quí hacía. Si acordó de golpe que tenía una cortapluma y dice:
-¿Quí hago? Si salgo por la boca me
va a morder, si salgo por las narices me va a oler, si salgo por los ojos me va
a ver, si salgo por el ocote me va a emporcar. Yo le rompo no más la panza y
salgo.
La tigra había teníu noticias de
que el tigre 'taba herido y lo salió a buscar. Lo trajo a las casas y lo curó.
Y sanó el tigre. Y seguía pensando cómo lo podía matar al zorro.
Juan Lucero, 65 años. El Durazno.
Pringles. San Luis, 1950.
Cuento 138. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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