El sobrino era el zorro y el tío era el tigre .
Bueno... Entonce que le
dice el zorro, que le tenía miedo al tigre ,
que ese día iba a corré
un huracán que no iba a dejá bicho en los montes. Y entonce que le dice el tigre para poderse salvá:
-Yo tengo ya mi cueva
hecha. Y entonce usté, pa que se pueda salvá, de la única manera, es atase en
un árbol.
Y entonce que le dice:
Que había matado una
vaca, el tío, y que había hecho lonjas, coyundas. Y dijo que lo atara. Y que lo
ha atado en un árbol grande, el sobrino. Se puso en el tronco el tigre , y el zorro lu ató,
con los nudos pa atrás pa que no se pueda dehatá.
Y di áhi que le dice que él se iba a entrá en la cueva y que ya iba a venir a
dehatalo al otro día, y claro, por la mañana s'iba a venir bien temprano.
Y no si había ido a la
cueva sinó a la casa de la tía, a mentile a la tía allá. Y di áhi, si había
ido. Que llega a la oración a la casa de la tía.
-Mi ha mandau mi tío que
la acompañe y que duerma con usté. Que él va a venir mañana. Que él ha hecho
carne
allá.
Y bien a la madrugada si
había ido a dehatalo al tío, pero no li había dicho nada qui había dormido con
la tía. Y lo ha dehatau al tigre .
Y tomó la fuga calladito. Y no le dijo nada.
Y lo ha seguíu al
rastro. Y ya lo llevaba cerca. Y por áhi lo encuentra, que el zorro cansau di
andar si ha tirau a dormí. Y entonce llegó el tigre . Y ante de matalo ha cortau una
varillita y lu ha comenzau a hurgar por las orejas.
El zorro 'taba dormido. Cuando ha sentíu que
li hurgaban las orejas, creía que eran mosquitos y áhi empezó a decí:
Y áhi, cuando alcanzó a
vé que era el tigre ,
saltó, y se le escapó. No lo pudo pillá. Y áhi ha terminau esa partida.
Eduardo Marcial, 52
años. San Pedro de Colalao. Trancas. Tucumán, 1957.
Cuento 114. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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