Diz qui años antes hablaban, po,
los animales y pasó este caso. El tigre di flojo había estao echao junto a su
casa y lo mandaba, po, al quirquincho a ver si ya venía so presa.
Y el quirquincho jue otra vez, y
entonces había visto una tropa de mulas gordas y prinquillas,
y entonces golvió más alegre que nunca y l'había dicho:
Y ha matao la más gorda y se volvió
a dormir, diciendolé al quirquincho:
Y así lo tenía yendo y viniendo. Y
el tigre s'había comío media mula y el quirquinchito ni había probao bocao.
Entonces el pícaro quirquincho había ido corriendo junto al tigre y l'había
dicho:
-¡Tiyu!... ¡Dónde ti has di
esconder! Mejor ti ataré a ese palo grueso. Y viá tirar juera juerte, con
tuitas las juerzas que mi ha dao Dios, que viene un ventarrón muy juerte, que
mata a toda la gente.
Y así lo hizo. Cuando estuvo bien
sujeto el tigre, el quirquincho se jue cantando a comer su parte de la mula. Y
el tonto del tigre, con ser más grande, s'había muerto de jambre,
atao al palo. Ya ve usté, cómo el quirquincho con ser más chiquito, lo ha
embromao al tigre, lo ha ganao al tigre.
Cornelia Díaz, 85 años. Rumi Cruz.
Cochinoca. Jujuy, 1951.
Nativa, colla, muy rústica de este
lejano caserío de la Puna
jujeña.
Cuento 215. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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