Lu
he sentido en los fogones camperos, por áhi, a este cuento.
Dice
que el peludo y el zorro siempre son dos enemigos en las cosas de
hacer hazañas, ¿no? Siempre quieren tratar de ser uno más que el
otro.
Y
viene el zorro creyendo que esta vez le iba a ganar al peludo, a
desafiarlo, a hacer una enlazada, ¿no? Y él aceptó tranquilamente,
dice. Y se prepararon y organizaron a ver cómo iba a ser el asunto.
Y dice que cada cual iba una vez, que iban hacer pasar un potro por
el lado de la cueva, y el otro enlazaba y se metía a la cueva,
adentro, y tenía que, vamos a decir, echar verija para darlo vuelta
al potro, ¿no?, y que caiga el potro, y tenerlo. Y el que lo tenía
más fácil, ése ganaba. Bueno, así si hicieron las apuestas, y
comenzó el asunto.
Primero
le tocó, este, enlazar al peludo. Y el zorro era el que tenía qui
hacer pasar al potro. Así que fue hasta la manada, hizo cortar uno y
lo hizo pasar a toda furia por el lado del peludo que 'taba preparado
con el lazo. Entonces el peludo le pone dos o tres rollos al lazo y
se lu echó cuando pasó el potro, y lo agarró justito, y se zampó
a la cueva inmediatamente, rápido. Y como la cueva del peludo tiene
varios recoveco adentro, vueltas, y es muy honda, es muy fácil
de atrancarse adentro, ¿no? Y entonce se afirmó fuerte, y claro,
cuando enlazó, pegó el tirón, y el potro cayó, se dio vuelta. Así
que lo tumbó no más. Y lo tuvo. Y el asunto es que él cumplió con
su cometido, ¿no?
Después,
este, sale el peludo, y bueno, le toca al zorro hacer la misma
operación. Y... el zorro se prepara su cueva que estaba a unos
metros más lejos, y el peludo va y hace cortar otro potro, que pasa
a toda furia también por el lado del zorro. Entonce el zorro le echa
el lazo también, y también lo enlaza y se ganó a la cueva a hacer
lo mismo que hizo el peludo, ¿no? Pero resulta que la cueva del
zorro es derecha, no tiene donde calzarse, así que cuanto el lazo se
terminó, lo sacó como un tiro de adentro, ¿no? Y entonce el potro
iba disparando como una luz. Y el zorro no largaba, pero iba los
tumbos. Lo levantaba para arriba y lo tiraba pa abajo. Entonce, dice
que el peludo le gritaba di allá lejos, dice:
Ronaldo
Ellecer Urruti, 35 años. Cañuelas. Buenos Aires, 1969.
Joven
estanciero. Como resero ha recorrido toda la pampa de Buenos Aires.
Tiene una gran vocación de narrador.
Cuento
280. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1 anonimo (argentina) - 033
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