Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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sábado, 17 de mayo de 2014

El zorro y el cuervo .545

Dice que Dios hacía fiesta a todas las aves en el cielo. En esa época los casaba Dios a las aves y les hacía la fiesta de la boda en el cielo, para que después fueran a hacer sus niditos y tuvieran sus hijitos.
Entonces el zorro, como es tan entremés, le gusta andar por todas partes. En ese tiempo, el zorro era un animal muy bonito. De todos los animales era el más bonito. Tenía el hociquito chiquito, la boca chiquita, las orejitas muy afinaditas, y todo su cuerpo era muy proporcionado.
Un día le dijo el cuervo, que eran muy amigos los dos, que tenían boda en el cielo y que él iba a viajar al cielo. Entonces le dijo el zorro:
-¡Ah!, van a la fiesta de ustedes. Yo también quiero ir. Eres mi amigo y debes llevarme.
-Bueno -le dijo el cuervo, sentate en mi guitarra y vamos.
El cuerpo era guitarrero y tocaba la guitarra y cantaba en la boda del cielo, en la boda de las aves.
Llegaron al cielo el zorro y el cuervo. Participaron de la fiesta, de la comida y cantaron y bailaron.
Cuando pasó la fiesta, todas las aves se volvieron pero el zorro no quiso volver. Entonce Dios le dijo que se quedara, que de algo podía servir, a pesar de que un zorro no podía vivir en el cielo. Pero como el zorro es tan pícaro y tan astuto siempre hacía travesuras y a Dios poco le agradaban sus picardías. Un día le dijo Dios:
-Mirá, eres un gran ocioso. Por lo menos de algo tienes que servir. Mis hijos trabajan y trabajan mucho. Yo quiero que mis hijos no trabajen tanto. Yo quiero darles más descanso. Vos me vas a servir para darles mis órdenes y para que con mis palabras lleven una vida con más descanso. Acercate a la puerta del cielo y gritá fuerte lo que te voy a decir para que todos oigan:
-Hijos de Dios, deben comer tres veces a la semana, deben poner las lanas de sus ovejas abajo de unos cántaros, y deben rezar durante la noche. Sus oraciones harán que no tengan hambre y necesiten poca comida, que la lana se hile y se teja sola, y tengan todas las prendas que necesiten para sus vestimentas. Así van a vivir bien y con poco trabajo.
Pero el zorro dijo todo al revés, porque es un pícaro, un malo. Se acercó a la puerta del cielo y empezó a gritar:
-Hijos de Dios, deben comer tres veces al día, deben esquilar sus ovejas, deben hilar y deben sentarse en sus telares a tejer, ¡tepac!... ¡tepac!... ¡tepac!... Luego deben coser sus ropas y andar mucho por los campos cuidando sus ovejas, y deben sembrar todo lo que puedan para poder comer.
Desde entonce todos tienen que trabajar tanto para comer y vestirse, por culpa del zorro.
Entonces Dios se ha enojado. Tomó al zorro por el hocico y lo ha estirado, y lo hizo bocacho, con la boca grande. Lo hizo feo para castigarlo. Entonces le dijo que lo iba a mandar a la tierra, pero que tenía que servir de algo. Le hizo tragar mucha semilla de toda clase de plantas, para que sus hijos pudieran sembrar en la tierra. Pues, él tenía que tragar toda la semilla y cuando la largara con la bosta, ya iba 'tar en buenas condiciones para que la gente sembrara.
-Ahora te voy a largar con una soga -le dijo. Te voy a largar despacito porque debes llegar sano y salvo para que puedas contar a mis hijos la bondad de Dios. Pero tienes que ir callado y no molestar a nadie porque te van a castigar si te vas haciendo picardías.
Así, le puso al zorro en el cogote una soga y lo fue soltando despacito. El zorro iba bien, pero cerca de la tierra el pícaro zorro no se olvidaba de ser pícaro, y gritaba y insultaba a todas las aves que encontraba a su paso. Y les decía:
-Miren, yo también sé volar como ustedes. ¡Aves zonzas, que creen que son mejores que los zorros!
A todas las aves las insultaba, pero más insultaba a los loros. Entonces los loros le decían que no los insultara porque le iban a cortar la soga. Pero él no se cansaba de insultarlos, hasta que los loros enojados, le cortaron la soga.
El zorro, cuando se vio en el peligro, tampoco se olvidó de ser astuto, y empezó a gritar:
-¡Hijos de Dios! ¡Hijos de Dios! ¡Tiendan, hijos, colchas, colchones y cueros, todo lo que sea blando, para que Dios no se golpie, porque Dios está cayendo!
La gente estendió todo lo que tenían blando, mas la mala suerte del zorro no lo favoreció y cayó sobre una piedra muy grande. Con el golpe, el zorro se desarmó entero y como había tragado tanta semilla, las semillas se desparramaron por todos los campos. Entonces se formaron los montes, y el hombre tuvo muchas plantas que le sirven de alimento. Dicen que antes no había plantas en la tierra, pero Dios las mandó con el zorro.

Santusa Osedo, 42 años. Rinconada. Jujuy, 1968.

La narradora es maestra de escuela. Aprendió el cuento de la madre, Primitiva Flores de Osedo, de 80 años. Ambas son nativas de Rinconada, de familia colla.

Cuento 545. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

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