El
zorro lo quería comer al avestruz y no podía. Como el avestruz
tiene tanta juerza y es ligero, el zorro no podía hacer nada.
Como
es un bicho tan pícaro lo convenció al avestruz que se ponga botas
de potro, que iba a quedar muy elegante. Y el avestruz acetó.
Entonce el zorro le preparó unas botas de potro y se las hizo calzar
con el cuero fresquito. Y cuando el cuero se le secó en las piernas
el avestruz cayó al suelo, que no se podía ni moverse. Y áhi se
aprovechó el zorro y ricién lo pudo comer al avestruz indefenso.
Francisco
Arbe, 56 años. Esquel. Chubut, 1954.
Antiguo
tropero radicado en el lugar desde hace muchos años, venido del sur
de la Provincia de Buenos Aires. Buen narrador.
Cuento
343. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1 anonimo (argentina) - 033
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