Que
habían unos viejos muy ricos. Y que tenían mucho vino, ¿ve?
Segura-mente era una bodega. Noche a noche se les mermaba el vino a
los dueños. No se podían dar cuenta quién se los robaba.
Al
otro día amaneció el caballero del zorro atau, que ya se le había
pasado un poco la chuma. Por áhi va pasando un lión. Lo que lo ve
al zorro atau, se arrima y le pregunta:
-Atame
a mí -que le dice.
Ya
el lión lo desató al zorro, y el zorro lo ató lo más fuerte que
pudo al lión. Y se fue el zorro más que contento, de salvarse.
El
zorro había ido a robar por las estancias, por áhi. Robó de
cuantas cosas pudo, gallinas, charque, quieso, de todo. Mientra
volvía con aquel convoy, lo encontró al lión que venía
enojadísimo. A la distancia que se puso a retarlo:
El
lión que 'taba con hambre de muchos días, y se olvidó del dolor lo
que vio tantas cosas para comer, y se pusieron a comer. Comieron muy
mucho, hasta terminar. Ya se le pasó la rabia al lión y comió
hasta quedar triste. Y que le dice el lión al zorro:
-Mirá
-que le dice, allá en el medio 'el campo hay una peña grande. Y
cuando yo tengo hambre voy, pongo los güevos sobre la peña y me
pego con otra piedra encima.
Bueno...
Ya se separaron. El zorro se volvió a ir a robar. Después de mucho
andar, el lión tuvo hambre y hizo la operación que le había
enseñado el zorro y se reventó los compañones. 'Tuvo desmayau un
día entero. Después, que ya volvió a vivir. Muy enojau con el
zorro, que decía:
-No
tío, ¡cómo me va a comer! Venga, mire lo que traigo para los dos
solitos. ¡Hagamé el favor de ver!
Ya
que le estendió el poncho para que viera, lleno de carne, de
charque, de quiesos, de tortas, de todo. El lión que tenía hambre,
medio se ablandó, y se pusieron a comer. Les duró tres días la
comida, y habían comido muy bien. Después que le dice el lión:
-Miró
-que le dice el zorro, allá hay una boca-mar, y una soga, y una
piedra. Mi ato la soga y me echo la piedra, y me largo a la boca-mar,
y di áhi saco todo. Vamos para que hagás la operación vos.
Y
el lión lo que vía tanta comida le dio ganas de ir, y se fueron.
Llegaron aonde 'taba todo aquello. Lo ató el zorro al lión, de las
verijas, le echó la piedra atada también a la soga, y el lión de
atrás, y lo largo en la boca-mar. Allá se fue como una pedrada para
la profundidá. Y que se oiba que decía el lión:
Y
ya no se oyó más del golpe en las aguas, y áhi se murió el lión
por zonzo. Y el zorro se fue tranquilo, sin el miedo de que el lión
le comiera, por las picardías que le había hecho.
Felisa
Chávez de Páez, 56 años. San Agustín. Valle Fértil. San Juan,
1945.
Gran
narradora, de fama en la comarca.
El
cuento es una variante del tipo tradicional, con el agregado de otros
motivos.
Cuento
445. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1 anonimo (argentina) - 033
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