Era
en el tiempo que el peludo, para comer, enlazaba potros. 'Taba gordo
el peludo y el zorro le tenía envidia de ver cómo andaba.
-Es
muy fácil. Vo prepará tu cueva y te conseguí un buen lazo. Te poné
en la puerta de la cueva. Cuando pase los potros le tirá el lazo,
enlazá uno y te meté en la cueva.
Güeno,
se pusieron de compañero para conseguir carne para lo do. Entonce lo
do hicieron la cueva. El zorro hace la cueva derecha, pero el peludo
la hace con vuelta, que se puede sostener si se agarra de las
vueltas, que hace.
Le
tocó de hacer la primera prueba al peludo. El peludo enlazó un
potro, se metió en la cueva, lo sujetó y el potro pegó una
estirada y cayó al suelo y se descogotó. Entonce tuvieron carne
para unos día.
Y
entonce llegó el día que le tocó al zorro. El zorro enlazó el
potro y se entró en la cueva, pero como la cueva era derecha, no
se podía sostener en nada, y el potro lo sacó a la rastra y casi lo
mató. Quedó el zorro tirado y el potro disparó con el lazo.
Entonce el quirquincho decía:
Jue
el peludo y lo atendió al zorro y lo trajo. Entonce volvió a
enlazar un potro y se metió en la cueva y se afirmó en los
recovecos de la cueva. Y mató el potro y comieron.
-Güeno,
yo voy a echar la tropilla y vo vas a enlazar. Hacé bien la cueva.
Pero te tenés que atar el lazo del cogote. Atate bien el lazo del
cogote y entrate a la cueva.
Entonce
el zorro se ató la punta del lazo del cogote. Cuando enlazó el
potro lo sacó arrastrando y lo augó al zorro. Y ahí se acabó.
Juan
Mansilla, 50 años. San Jenaro Norte. Estancia La Lolilla. San
Jerónimo. Santa Fe, 1961.
Cuento
272.
Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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