El
que lo redotó al zorro fue el peludo. Hay que conocer cómo le ganó.
El
zorro espiaba a un peludo que tenía su cueva y en la puerta de la
cueva una perdiz había hecho nido en unas pajas. Gué... Se
alimentaba el peludo de los güevos que ponía la perdiz. Le comía
los güevitos. El zorro no podía pescar esa comida. El peludo
agarraba los güevos y se metía en la cueva. El zorro lo miraba de
lejo no más.
Un
día, el zorro se atrevió a meterse en la cueva cuando vio que el
peludo había llevado tres güevos. Se entró y le preguntó el
peludo qué hacía. El peludo se puso molesto. Abrió la cáscara de
un güevo y se quedó mirandoló sin contestarle al zorro. El zorro
le pidió que le diera de esos güevitos. El peludo saca dos con el
hocico y deja uno. Se los tira al zorro a los dos. En agradecimiento
lo invita a ser compañeros, a salir a buscar otros animales más
grandes para alimentarse. El zorro lleva las de perder, pero piensa
aprovecharse del quirquincho o comerlo cuando pueda. El quirquincho
sabe y le tiene miedo que lo coma. Inventa una cosa muy linda. Le
propone este negocio, el peludo al zorro, de carniar una yegua. El
zorro le contesta en qué forma. El peludo más astuto le esplica:
Al
peludo, cuando se mete en la cueva, no lo saca nadie. Abre la
cáscara adentro y no lo pueden mover pa atrás, ni pa adelante. No puede dir
pa atrás aunque lo tiren a la cincha de un caballo. Ya sabe. Y con
la cáscara corta a las víboras por el medio, tiene mucha juerza.
Y
así lo hizo. Cavó su cuevita. Preparó el lazo y el zorro l'echó
una yegua. La enlazó y se metió en la cueva y el yeguarizo disparó
y se descogotó. Carniaron y comieron. Y después le tocó al zorro.
Y le dijo el quirquincho:
El
zorro hizo la misma operación. Cavó su cueva y preparó el lazo. Y
se ató la punta a las verijas pa sujetar mejor. Y el quirquincho
l'echó una yegua. El zorro l'enlazó y se metió en la cueva. Y lo
sacó a la rastra la yegua al zorro y lo mató. Y el peludo le dijo:
Felipe
Lasarte, 62 años. Bahía Blanca. Buenos Aires, 1957.
Oyó
contar este cuento muchas veces en Rauch cuando era resero. Es un
campesino rústico. Muy buen narrador.
Cuento
277.
Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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