El
zorro lu invitó al gato, porque él sabía dónde había quesos. Lu
invitó que jueran de noche. Y el zorro dice que le pregunta al gato
que cuántos lances tenía para brincar. Entonce que el gato le
contesta que tiene un lance. Y entonce, que el gato le dice al zorro:
El
zorro le contestó que tenía siete. Tenía más que el gato. Y
entonce diz que los dueños 'taban durmiendo y ellos entran
tranquilamente por la hendijita de la puerta. Entonce el gato pegó
un salto al zarzo de quesos. Y el zorro no podía brincar. Y claro,
el otro se comía los quesos arriba y él no comía nada. Y entonce
Juan le pedía:
Y
entonce el Juan, de noche, empezó a olfatiar y se encontró con una
olla con requesón. Entonce diz que le dice:
Entonce
el zorro metió la cabeza y se comió todo. Y luego no podía sacar
la cabeza encajada en l'olla. Bué... Entonce que le dice:
Y
el zorro en vez de pegar en una piedra jue a golpiar en la cabeza del
dueño que 'taba durmiendo. En eso, claro, que el dueño con el golpe
despertó, y áhi no más ya sintieron los perros y el gato salió a
los brincos y halló un churqui, pegó el salto al monte y se libró
áhi. Y el zorro no pudo disparar, con l'olla metida en la cabeza.
Salió apenas ajuera y lu han muerto los perros. Y el gato de encima
del churqui le decía:
Y
áhi se vio que no tenía ninguno. Entonce ya el gato se bajó con
cuidau y se mandó a ir. Y los dueños, al día siguiente, han créido
qu' era sólo el zorro.
José
Peñaloza, 44 años. Cieneguillas. Santa Catalina. Jujuy, 1952.
Cuento
442. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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