Había
una vez un zorro y un peludo, los cuales se decían compadres. Eran
unos años muy malos que casi no había comida. Llegó un momento de
que el zorro, encontrandosé flaco y hambriento le propuso a su
compadre el peludo, cazar un animal grande, porque ya no había
animales chicos pa comer. Lo cual el peludo le contestó:
-Eso
no es nada, compadre -le dice el zorro. Yo con mi habilidá y astucia
puedo ayudarlo y la vamos a pasar bien. Habiendo potros podemos
agarrar algunos.
-Lo
podemos enlazar, compadre. Podemos cavar cada uno una cueva y cuando
lo enlacemos nos metemos y hacemos pie. Nos podemos atar el lazo en
la cintura, así vamos a poder hacer más fuerza.
Los
dos hicieron sus cuevas. La cueva del peludo es con curvas. La cueva
del zorro es derecha no más. Las cuevas 'taban cerca de una aguada.
El
quirquincho se ató el lazo a la cintura. Salió y enlazó un potro y
se metió a la cueva. Como el potro venía a la carrera, cuando lo
sujetó el peludo, pegó una rodada y se quebró el cogote. Lo
carniaron y tuvieron muchos días de carne gorda. Cuando se acabó la
carne, el zorro le volvió a decir al peludo que le proponía enlazar
un potro.
Y
el zorro dijo que sí, que esa güelta iba enlazar él. Que él era
buen enlazador y que lo iba a sujetar de la cintura y se iba entrar a
la cueva para hacer pie. El quirquincho puede hacer pie en su cueva
porque tiene vueltas, pero el zorro no puede porque su cueva es
derecha.
El
zorro se preparó. Se ató el lazo a la cintura y armó el lazo. El
peludo arrió los potros cerca de la cueva del zorro. Enlazó el
zorro a un potro muy gordo y se metió a la cueva. Pero como la cueva
del zorro es derecha, no tenía adonde hacer pie, y salió como bala,
y el potro lo arrastró en lo que disparaba. Cuando vio esto el
peludo le gritaba:
José
Luis Torino, 41 años. Santa Rosa. Capital. La Pampa, 1964.
Campesino.
Ha cursado los grados de la escuela primaria. Es un buen narrador.
Cuento
282.
Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1 anonimo (argentina) - 033
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