Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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sábado, 17 de mayo de 2014

El zorro y el avestruza y las botas del potro .335

Había una vez un zorro que se encontró con el avestruz. El zorro hacía unos cuantos días que andaba sin comer y entonce se encontró con el avestruz y no sabía cómo hacer para comerlo. Y el avestruz andaba un poco despiado. Y se encuentran, y le dice el zorro:
-¿Qué anda haciendo por acá?
-Acá ando buscando qué ponerme en las patas. Ando despiado, ando sin poder caminar -le dice el avestruz.
Áhi no más se la pensó el zorro y le dice:
-No se aflija, yo le voy hacer unas botas de potro. Ya va a ver cómo va correr de lo lindo.
Y echaron andar juntos, los dos. El avestruz no se confiaba mucho del zorro, pero como le había prometido unas botas, seguía con él. El zorro pensaba cómo podía conseguir el cuero de las patas de un potro para hacer las botas, pero en el camino tuvo la suerte de encontrar un pedazo de cuero y pensó que se iba arreglar con eso. Y entonce dice el zorro:
-Vamos a ir a aquel charquito de agua y áhi voy a poner a remojar el cuero para hacerle las botas.
Y puso a remojar el cuero. Cuando el cuero estuvo bien blandito le empezó a hacer las botas. Y en eso había terminado, y le dice:
-Ponete las botas, hermano.
Y el avestruz se puso las botas. Que el zorro le ayudó a ponerse, bien calzadas, las botas, y le dice:
-Bueno, movéte, hermano. Pegále unas disparadas para acá y para allá.
Y entonce el avestruz pegó unas carreras y contento dice:
-¡Tan lindas las botas! ¡Han quedáu bien!
Eso era por la mañana. Y entonce le dice el zorro:
-Después que andés un rato, hermano, poné las patitas al sol. Yo me voy a quedar aquí no más -y el zorro se quedó en el charquito di agua.
A eso de la siesta se puso el avestruz abajo de una jarilla grande con las patas al sol. Y se le empezaron a encoger las patas lo que se le secaba el cuero. Y se le encogieron tanto que le quedaron las patas redondas. Y áhi se cayó también el avestruz al suelo.
Al rato llegó el zorro. El avestruz 'taba las patadas y no se podía parar. El zorro se vino por el rastro del avestruz hasta que lo alcanzó, y dijo:
-¡Ésta es la mía! -y se lo comió.

Juan Crisóstomo Sosa, 36 años. Uspallata. Mendoza, 1959.

El narrador es Sargento 19 de la Sección Baquianos del Regimiento 16 de Infantería de Montaña.

Cuento 335. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

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