Había
una vez un zorro que se encontró con el avestruz. El zorro hacía
unos cuantos días que andaba sin comer y entonce se encontró con el
avestruz y no sabía cómo hacer para comerlo. Y el avestruz andaba
un poco despiado. Y se encuentran, y le dice el zorro:
-Acá
ando buscando qué ponerme en las patas. Ando despiado, ando sin
poder caminar -le dice el avestruz.
Y
echaron andar juntos, los dos. El avestruz no se confiaba mucho del
zorro, pero como le había prometido unas botas, seguía con él. El
zorro pensaba cómo podía conseguir el cuero de las patas de un
potro para hacer las botas, pero en el camino tuvo la suerte de
encontrar un pedazo de cuero y pensó que se iba arreglar con eso. Y
entonce dice el zorro:
Y
puso a remojar el cuero. Cuando el cuero estuvo bien blandito le
empezó a hacer las botas. Y en eso había terminado, y le dice:
Y
el avestruz se puso las botas. Que el zorro le ayudó a ponerse, bien
calzadas, las botas, y le dice:
-Después
que andés un rato, hermano, poné las patitas al sol. Yo me voy a
quedar aquí no más -y el zorro se quedó en el charquito di agua.
A
eso de la siesta se puso el avestruz abajo de una jarilla grande con
las patas al sol. Y se le empezaron a encoger las patas lo que se le
secaba el cuero. Y se le encogieron tanto que le quedaron las patas
redondas. Y áhi se cayó también el avestruz al suelo.
Al
rato llegó el zorro. El avestruz 'taba las patadas y no se podía
parar. El zorro se vino por el rastro del avestruz hasta que lo
alcanzó, y dijo:
Juan
Crisóstomo Sosa, 36 años. Uspallata. Mendoza, 1959.
El
narrador es Sargento 19 de la Sección Baquianos del Regimiento 16 de
Infantería de Montaña.
Cuento
335. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1 anonimo (argentina) - 033
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