Resulta
que el zorro la invitó a la bandurria a una comilona. Que se trataba
de comer una botea di arrope. Y le servió el arrope en una piedra
laja de modo que él pudo comer perfectamente y la bandurria no
podía.
Y
después la bandurria se tuvo que vengar. Y le sirvió el arrope en
una botea, de modo que la bandurria pudo comer y el zorro no podía.
Así que él 'tuvo lambiendo la botea no más por las orías y no
comió nada. Se vengó con eso la bandurria.
Dídimo
Arias, 60 años.
Cumbre
de los Comechingones. Puesto La Rubia. Chacabuco. San Luis, 1968.
Modesto
ganadero de estas altiplanicies. Escasamente sabe leer y escribir,
pero es inteligente. Conserva las costumbres patriarcales de los
viejos criollos de la Provincia. Es un buen trenzador.
Cuento
650. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1
anonimo (argentina) - 048
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