Diz
que había una vez un zorro muy dañino, y andando por un campo se
topó con una perdiz con crías. Al ver a las perdicitas, el zorro le
dijo:
-¿Cómo
hacís pa tener guagüitas tan bonitas, pintaditas?
A
lo que la perdiz contestó:
-Pa
tener guagüitas así alhajaditas, hay que hacer calentar bien un
horno y meterlas. Luego se tapa bien el horno y dando vuelta
alrededor, se va diciendo: ¡Guagua pinta! ¡Guagua pinta! Al rato se
abre el horno y se sacan las guaguas que salen así pintaditas,
churitas.
El
zorro créido del consejo de la perdiz, se ha puesto manos a la obra,
haciendo como le dijo l'ave, y cuando jue a sacar sus crías, estaban
todas quemadas, hechas carbón. Enfurecido el zorro por esta burla,
juró comerse a la perdiz donde la encuentre. Al tiempo la encontró
en unos pajonales y la perdiz no pudo escaparse. Cuando el zorro la
iba a comer, la perdiz le dijo:
-A
mí sin ají no me comen.
El
zorro jue a moler ají y trajo en un plato para comerla. Entonce la
perdiz batió las alas sobre el plato de ají, y le llenó de ají
los ojos del zorro dejandoló ciego y se jue volando.
Rosendo
Martínez, 70 años. Tilcara. Jujuy, 1953.
Nativo
de la región. Buen narrador.
Cuento
715 Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1
anonimo (argentina) - 048
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