Esta vez ayuda a Isis y a Horus.
Nuestro Harpócrates se está muriendo
y no hay muchas esperanzas de devolverlo a la vida.
Una
vez más, mi sabio Thot aparece.
Horus, el
hijito de Isis y Osiris, tuvo una infancia llena de peligros. Nuestro pequeño
nació en los sagrados pantanales de Tshemmis, lugar donde estaría a salvo de su
tío Seth.
Un día,
cuando Isis y su pequeñín se encontraban fuera de los pantanales, fueron
secuestrados por Seth.
Nuestra
bella diosa fue encerrada en una casa de hiladas con su hijo.
Thot al
poco tiempo se enteró del lugar donde se encontraban. Entró sin ser visto y le
dijo a Isis:
-¡Rápidamente!
¡Regresen a los sagrados pantanales de Tshemmis!
De nuevo,
nuestro sabio se dirigió a Isis y le explicó:
-Allí no
podrá seguirlos Seth. Estarán a salvo hasta que Horus sea más mayor y pueda
acceder al trono de su padre.
Dicho esto,
le entregó a la diosa siete escorpiones mágicos para que los protegieran
durante el camino de regreso a los sagrados pantanales.
Isis estaba
agotada después de haber estado toda la noche andando con su hijito a cuestas.
Ya llevaba medio día sin poder casi ni andar. Se detuvo delante de una casa
para buscar cobijo y descanso. Les abrió la puerta una mujer, la cual al ver
los escorpiones, cerró de inmediato la puerta y no los dejó pasar. Era una
mujer con muchas riquezas, pero ni se detuvo a escucharlos.
Un poco más
adelante, la hija de un pescador muy pobre compartió con ellos la poca comida
que tenía y su humilde choza.
Cuando Isis
y Horus descansaban en aquella cabaña, los siete escorpiones no paraban de
criticar a la señora rica que no había querido ayudarlos. Se fueron hacia la
casa de ésta con el propósito de envenenar a su hijo. Unieron el veneno de todos
en el aguijón de su jefe, Tefen, e hicieron lo que se habían propuesto.
La señora
cogió a su hijo en brazos y se fue de su casa buscando ayuda.
Isis se
enteró de lo ocurrido, y dijo pensando en su pequeño:
-No voy a
consentir que muera por mi culpa un inocente bebé.
La diosa
hizo venir a la mujer, y dijo:
-¡Que Horus
esté sano para mí y que este pequeño esté sano para su madre!
También
añadió:
-Soy Isis, la Gran Madre , y con mis
poderes haré que el veneno se muera y el pequeño viva.
La mujer no
sabía cómo agradecérselo a la diosa y tomó todas las cosas más valiosas que
tenía y se las entregó a la hija del pescador.
Nuestra
Isis se puso muy contenta.
Al poco
tiempo ya se encontraban en los pantanales de Tshemmis.
Isis
escondió a su bebé entre las malezas de papiro y salió a buscar comida.
Esta vez no
dejó a ningún guardián con Horus, pensando que no le ocurriría nada en aquel
sitio tan tranquilo. Pero cuando regresó su hijo estaba muy grave y la magia de
Isis fallaba porque no sabía qué enfermedad tenía su niño. Isis se alarmó y no
tenía a quién recurrir pues su marido estaba muerto, y los dioses estaban
lejos.
Pronto
recordó que había un pueblecito cerca de donde se encontraban y corriendo fue
hacia allí en busca de ayuda.
Isis no
hacía más que gritar, estaba muy angustiada. A los pocos minutos apareció una
anciana, en la cual se reflejaba, al mirarla, una gran sabiduría. Tenía en las
manos el amuleto del “Signo de la Vida o anj”. Se acercó a nuestra diosa y le
dijo:
-Seth no
puede entrar en los sagrados pantanales, pero seguro que ha mandado a una
criatura venenosa. Ha podido ser una serpiente o cualquier otro ser.
La anciana
se quedó mirando a la diosa y ésta se dio cuenta de que tenía razón: «Nuestro
Harpócrates había sido envenenado»
Horus
lloraba y lloraba.
Poco
después aparecieron allí Neftis, hermana de Isis, junto a Selkis, la diosa
escorpión.
-¡Isis, no
pierdas tiempo! ¡Horus se está muriendo! Tienes que detener la Barca del Sol , así el viento cósmico no soplará y el tiempo se
detendrá hasta que nuestro pequeño sane.
Isis sabía
que tenía mucho poder, pues ella era la única que sabía el nombre secreto de
Ra.
Miró hacia
el cielo y logró detener la Barca del Sol .
Ra estaba
muy alarmado porque se dio cuenta de que algo muy grave estaba pasando, pues la
Barca del Sol no avanzaba. Se
dirigió a Thot para pedirle que fuera a Egipto a enterarse de qué estaba
ocurriendo. El sabio dios enseguida cumplió con los deseos de nuestro Rey de
los Dioses.
-Isis, ¿qué
ha pasado? -preguntó Thot.
-Horus está
muriéndose. Seth es el culpable. Ha mandado una criatura para envenenarlo
-contestó Isis.
Thot,
dirigiéndose a Isis y a Neftis, respondió:
-Tranquilícense.
Entonces mi
sabio Thot empezó a recitar una serie de palabras mágicas y terminó diciendo:
-¡Veneno!
Ra te ordena salir de este pequeño. La Barca del Sol
no podrá seguir avanzando y la mitad del mundo se quemará y la otra mitad se
encontrará en la más profunda oscuridad hasta que Horus sane.
Seguidamente
Harpócrates sanó.
Thot tuvo
que regresar al cielo pues sin él los demás dioses no podían remar. Ra se puso
muy contento al saber las buenas noticias que le traía Thot.
Isis abrazó
a nuestro Horus el Niño.
A partir de
entonces nuestra bella divinidad puso todas sus esperanzas en su hijo. Lo educó
para que más adelante vengara a su maléfico tío Seth que fue también el
responsable de la muerte de su padre, Osiris.
034 Anónimo (egipto)
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