Tres
cerdos trabajaban en el palacio del rey. Como éste no les pagaba
pasaban tanta hambre que decidieron ir a ganarse la vida a otro
lugar. Antes de marcharse, el rey, en recompensa de tantos años de
trabajo, les dio un saco de arroz y una gallina.
Decidieron
matar a la gallina para prepararla con el arroz; y estaban tan
extraordinariamente hambrientos que quisieron buscar un lugar donde
ni siquiera una mosca pudiera llevarse un grano de arroz. De manera
que se adentraron en el bosque hasta encontrar un rincón donde no se
observaba la presencia de ninguna criatura.
Entonces
el mayor le pidió al pequeño que fuera a buscar un poco de leña.
El cerdito aceptó el encargo mas, temiendo que no fuera más que una
estratagema para dejarle sin comer, al andar mantenía la vista hacia
atrás; tropezó y se rompió la cabeza contra una piedra.
El
cerdo mayor quería comerse a la gallina él solo. Por lo que antes
de cortar el cuello del pobre animal cortó el del hermano mediano; y
entonces empezó a cocinar, ansioso de dar buena cuenta del ave.
Cuando la comida ya estaba en su punto pasó por allí un ratón y en
sus patas quedó un granito de arroz.
El
cerdo mayor no quería renunciar ni siquiera a eso y persiguió al
ratón hasta su agujero. Allí empezó a cavar, hasta que el pozo que
hacía resultó ser más profundo que él mismo. Entonces se derrumbó
y el hermano mayor quedó allí sepultado y también murió.
Así
pues aquella comida tan preciosa quedó en el bosque sin que nadie se
la comiera.
Fuente: Jacint Creus/Mª Antonia Brunat
Fuente: Jacint Creus/Mª Antonia Brunat
0.111.1 anonimo (guinea ecuatorial) - 050
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