En
un pueblo de la isla llamado Agandji vivía una familia que, poco a
poco, quedó reducida a la abuela y a su nieto Afiyu-Kityi. No es que
los demás murieran a causa de alguna enfermedad, sino que había un
monstruo que los iba devorando, especialmente a los que iban a buscar
agua del mar
para preparar el ja-zugu-zugu1.
Un
día, Afiyu-Kityi se dirigió a la playa: quería coger agua del mar.
Y, efectivamente, el monstruo se dirigió hacia él al instante; pero
era un chico tan pequeño que apenas se le veía, de manera que optó
por atraparle cantando una melodía:
Afiyu-Kityi
ya; Afiyu-Kityi
bi
pen ku bóh.
Que
significa: «Afiyu-Kityi, ven que te comeré». A lo que respondía
el muchacho:
Ih
memu fa pe mbi plawa de se bo ke
fa
pe mbi bo kuh mu, naa menke bi.
Que
significa: «No, mi madre me ha mandado traer agua salada y dices que
vaya ahí para que me comas; no iré». Y regresó a casa, donde
contó lo sucedido.
Su
abuela le prohibió que volviera a aquella playa. Pero él, lleno de
valor, cogió una navajita y se dirigió al lugar donde se hallaba el
monstruo. Nada más llegar se situó frente a él. Y el monstruo lo
engulló en un momento y se dirigió a la cueva para hacer la
digestión.
Pero,
en lugar de poder hacerla con tranquilidad, empezó a sentir grandes
molestias en el estómago, cada vez más agudas, que le obligaron a
salir de la cueva gimiendo, gritando y pidiendo socorro.
Y
es que Afiyu-Kityi, una vez dentro del estómago del monstruo, había
sacado su navajita para cortarle las tripas. Al cabo de un rato el
monstruo cayó al suelo, muerto. Y Afiyu-Kityi, contento y feliz por
haber terminado con aquella pesadilla, regresó a casa de su abuela.
Fuente: Jacint Creus/Mª Antonia Brunat
0.111.1 anonimo (guinea ecuatorial) - 050
1
Clase
de comida annobonesa que suele prepararse al atardecer.
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