En
un pueblo vivían dos mujeres solas, una buena y otra mala, que
cultivaban sus fincas y podían vivir bien y sin que nunca les
ocurriera nada extraordinario.
Un
día la mujer buena estaba trabajando en su finca y oyó que alguien
la llamaba. Miró a su alrededor y, al no ver a nadie, continuó su
trabajo. La llamada se repitió y a la tercera vez apareció detrás
de ella una vieja con una niña en brazos: «He visto cómo sufres,
trabajando en la finca, y te he traído a esta niña para que, cuando
sea mayor, te ayude. La única precaución que debes tener es no
llamarla nunca por su nombre, Men Tawa, porque entonces
desaparecería».
La
buena mujer regresó a casa contentísima y contó todo lo ocurrido a
la mala. La niña creció y, efectivamente, ayudaba a su madre en
todo lo que podía; además era bonita y generosa.
Hasta
que un día la mujer mala aprovechó la ausencia de la buena y se
dirigió a la niña con estas palabras: «Ven a ayudarme, Men Tawa».
Al instante la muchacha desapareció para siempre.
Cuando
la mujer buena regresó a casa y observó que la niña había
desaparecido, fue a buscar a su vecina. Se enzarzaron en una pelea
terrible y ambas resultaron muertas.
Fuente: Jacint Creus/Mª Antonia Brunat
Fuente: Jacint Creus/Mª Antonia Brunat
0.111.1 anonimo (guinea ecuatorial) - 050
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