El
rey de un pueblo ordenó que todas las familias acumularan los
víveres que pudieran y no salieran de casa: hacía tiempo que unos
gigantes, hambrientos, bajaban al pueblo y comían al que
encontraban para saciar su hambre.
Una
de las familias era muy pobre y terminó bien pronto sus alimentos.
Entonces el padre, pese a las protestas de su mujer, salió a pescar.
Pasaron horas y horas y el hombre no regresaba. De manera que el hijo
decidió ir en su ayuda. Nuevamente las protestas de la mujer fueron
vanas, porque el muchacho se dirigió a la playa sin hacerle caso.
Una vez allí se metió en un cayuco y se puso a dormir, esperando la
llegada de su progenitor.
Poco
después los gigantes bajaron a la playa; y al darse cuenta de que en
uno de los cayucos se encontraba un chico tan tierno, cogieron el
cayuco y se lo pusieron sobre sus cabezas. De regreso a su cueva iban
cantando:
Xacundu
xacundu
Y
estaban muy contentos. Los cantos y los gritos despertaron al joven,
que enseguida se dio cuenta de su situación. Sin perder la calma
esperó a que pasaran por debajo de un árbol y, entonces, se cogió
de las ramas quedándose allí. Cuando los gigantes advirtieron que
el muchacho había volado, dieron la vuelta hasta encontrarle subido
a un árbol.
El
chico no quería bajar de ninguna manera. Pero les pidió que
abrieran bien la boca y les fue echando frutas desde lo alto. Cuando
el hambre de los gigantes estuvo saciada se pusieron a dormir;
entonces el joven bajó del árbol y, con un cuchillo bien afilado,
les cortó el cuello y les sacó el corazón y los pulmones; lo metió
todo dentro de un saco y regresó al pueblo.
Fue
en busca del rey y le mostró lo que traía dentro del saco. El rey
llamó a la gente y todos se dirigieron al lugar del bosque donde se
hallaban los restos de los gigantes que durante tanto tiempo les
habían atemorizado.
Cuando,
por fin, el padre del muchacho regresó de la pesca, vio con sorpresa
que el rey compartía el reino con su hijo; y se sintió enormemente
feliz, porque pensó que nunca más volverían a pasar hambre.
Fuente: Jacint Creus/Mª Antonia Brunat
0.111.1 anonimo (guinea ecuatorial) - 050
1
Juego
de palabras sin traducción posible.
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