A
una niña pequeña le pusieron una cadena para que la librara de los
malos espíritus. Un día se acercó a un lago que había en el otro
lado del pueblo a recoger agua, y la cadena se le cayó.
Inmediatamente
aparecieron cinco gigantes que se la llevaron a su cueva. Allí la
cuidaron con esmero y la alimentaron bien hasta que se puso muy
gorda.
Una
mañana los gigantes se fueron de la cueva; y entonces apareció una
vieja con los ojos cubiertos de legañas. Se dirigió a la niña
prometiéndole que le haría saber algo muy importante si se las
lamía. La niña sólo se las quería limpiar, sin tener que pasar la
lengua por aquellas legañas tan asquerosas. Pero la vieja insistió
tanto que al fin la complació.
Le
dijo: «Has de saber que los gigantes te han tratado tan bien para
que, una vez así de gorda, te puedan comer. Huye, pues; y si ves que
ellos te persiguen, deja en el suelo la tapa de esta olla que te
doy».
La
vieja desapareció y la niña emprendió la huida. Cuando los
gigantes regresaron a la cueva y comprobaron que su alimento había
desaparecido, iniciaron una rápida persecución. La niña, al ver
que la atraparían, dejó la tapa de la olla en el suelo; al instante
empezó a salir de allí una música tan bonita que los gigantes se
pararon a escucharla y a bailar. Pero iban bailando hacia atrás,
retrocediendo hacia su cueva.
La
niña aprovechó la oportunidad para llegar hasta su pueblo sana y
salva. Y jamás volvió a perder su cadena protectora.
Fuente: Jacint Creus/Mª Antonia Brunat
Fuente: Jacint Creus/Mª Antonia Brunat
0.111.1 anonimo (guinea ecuatorial) - 050
No hay comentarios:
Publicar un comentario