Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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jueves, 30 de octubre de 2014

La tortuga, la ballena y el elefante .032

El elefante y la ballena vivían en lugares distintos, pero ambos estaban orgullosos de su tamaño y de su fuerza. La tortuga iba a visitarles a menudo, y siempre apostaba con ellos a que sería capaz de arrastrarles a cualquier sitio que le propusieran. La ballena sonreía y respondía que solamente esperaba a que la tortuga fijara fecha, hora y lugar; y también el elefante parecía dispuesto a aceptar la apuesta.
Por fin la tortuga los citó: lo hizo por separado, sin que el uno supiera que el otro también debería acudir. Al llegar el día, la tortuga se dirigió a la ballena y le pasó una cuerda por la cintura mientras le decía: «Ahora me voy hacia aquella roca; cuando adviertas que la cuerda empieza a tensarse, ya puedes tirar de ella con todas tus fuerzas».
A continuación se dirigió a la costa, donde le aguardaba el elefante. Le pasó por la cintura el otro extremo de la cuerda y le dio las mismas instrucciones. Luego fue hasta la roca: desde allí podía divisar a los dos animales; ellos la veían, pero no podían distinguirse entre sí.
La tortuga cogió la cuerda y pegó un buen tirón. Al instante, tanto el elefante como la ballena empezaron a tirar con todas sus fuerzas. Y lo hicieron con tanto ímpetu que la disputa duró muchas horas, sin que ninguno de los dos sospechara que estaban enfrentándose. La tortuga, encima de la roca, bailaba y se reía a carcajadas.
Por fin, la cuerda se rompió. La tortuga se acercó al lugar donde se encontraba la ballena, postrada y jadeante, que le dijo: «Mientras yo sudaba y luchaba con todas mis fuerzas, tú bailabas sobre la roca y te reías. Eres pequeña, pero me has ganado. De ahora en adelante siempre te respetaré». Y también el elefante, postrado y sudoroso, rindió admiración a la presunta fuerza de la pequeña tortuga y le prometió respeto para toda la vida.

Fuente: Jacint Creus/Mª Antonia Brunat

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