Lo que voy a narraros sucedió en
Madagascar.
Érase una vez dos hermanas, Rapela y
Fara, que gustaban de jugar a la orilla del río. Su madre, tan sólo de vez en
cuando les daba permiso, pues muchos cocodrilos rondaban por aquellos parajes.
Un día, tanto le suplicaron Rapela y Fara, que no supo la buena madre negarles
el permiso y, accediendo a sus preces, así las amonestó:
-Idos, pero guardaos de burlaros de
Ikakinidriaholomamba. El viejo cocodrilo -añadió la madre- tiene muy mal
talante y el peor de los genios; si os mofáis de él, os devorará.
Las dos hermanitas prometieron
obedecer, y fuéronse alegres para jugar con las piedras del río.
Muy, pronto Ikakinidriaholomamba asomó
entre los cañaverales para distraer su ocio con el juego de las niñas; viéronle
éstas y como, en verdad, el viejo cocodrilo era enormemente feo, Fara, que
había olvidado los consejos de su madre, exclamó:
-¡Oh, oh, qué viejo está padre
Cocodrilo!
-¡Y qué cabeza tan hundida!
-¡Y qué ojos tan hinchados!
-¡Y qué vientre tan lleno de arrugas!
-¡Y cuántas escamas tiene en su
cuerpo!
Por lo que, Ikakinidriaholomamba,
enfurecido, trepó hasta la orilla para alcanzarlas, mas ellas corrieron,
ligeras como galgos, llegando salvas al hogar.
-Bien, hijitas, bien; -preguntó la
madre- fuisteis prudentes y cautas, ¿no es cierto?
-¡Oh, mamá! -contestó Rapela- ¡El
viejo Cocodrilo intentó zamparse a Fara!
-¡Ah! -exclamó la madre moviendo la
cabeza- ¡Habráse Fara burlado de él! ¡Es menester saber moderar la lengua,
hijitas mías!
A la mañana siguiente, las hermanas
retornaron al río y nueva-mente emprendieron sus juegos con las piedrecillas de
la orilla.
Rapela divertíase mucho, sin cuitas de
ningún género; mas Fara, intranquila con el recuerdo de las burlas del día
anterior, contempla-ba a Ikakinidriaholomamba que, ojos cerrados, permanecía
tumbado a lo largo de un tronco de árbol.
Era horriblemente feo, y Fara, sin
poderse contener, díjose de nuevo entre dientes:
-¡Oh, qué viejo está padre Cocodrilo!
-¡Y qué cabeza tan hundida!
-¡Y qué ojos tan hinchados!
-¡Y qué vientre tan lleno de arrugas!
-¡Y cuántas escamas tienen en su
cuerpo!
Mas esta vez fue la vencida, ya que el
Cocodrilo echóle el diente, engulléndosela.
En vano la desventurada Rapela imploró
al monstruo para que le devolviese su hermana; aquél habíase sumergido ya en la
corriente, dejándola triste y sin consuelo.
Los padres de Fara corrieron a la
orilla y, llegados al lugar, la madre así imploró al viejo Cocodrilo:
-¡Oh, Mamba, devuélvenos a Fara! ¡En
verdad, ella fue muy mala, pero es tanta nuestra angustia que bien podrías
devolvérnosla!
A lo que Ikakinidriaholomamba
respondió, imitando la voz de Fara:
-Sí, sí, buena señora.
Acudid en busca de vuestra Fara.
Pero Fara tiene la lengua muy larga.
Buscad a Fara. -¡Y qué cabeza tan
hundida!
Buscad a Fara. -¡Y qué ojos tan
hinchados!
Buscad a Fara. -¡Y qué vientre tan
lleno de arrugas!
Buscad a Fara. -¡Y cuántas escamas
tiene en su cuerpo!
Así hablaba la niña, ¿no es
cierto?"
La pobre madre quedó abatida ante tal
réplica y, dirigiéndose a su marido, le dijo:
-¡Háblale tú al Cocodrilo, a ver si le
convences!
Entonces el padre de Fara gritó:
-¡Oh, Mamba, devuélvenos a Fara! ¡En
verdad, ella fue muy mala, pero es tanta nuestra desdicha que bien podrías
compadecerte y devolvérnosla!
Mas Ikakinidriaholomamba le respondió:
-Sí, sí, mi viejo.
Acudid en busca de vuestra Fara.
Pero Fara tiene la lengua muy larga.
Buscad a Fara. -¡Y qué cabeza tan
hundida!
Buscad a Fara. -¡Y qué ojos tan
hinchados!
Buscad a Fara. -¡Y qué vientre tan
lleno de arrugas!
Buscad a Fara. -¡Y cuántas escamas
tiene en su cuerpo!
Así hablaba la niña, ¿no es
cierto?".
Los desventurados padres estaban
descorazonados, cuando la madre propuso:
-¿Y si le ofreciéramos algo a cambio
de Fara?
-Ofrezcámosle un buey -dijo el padre.
Y la madre voceó:
-¡Oh, Mamba! Un buey te daremos por
Fara.
Ikakinidriaholomamba se dirigió a su
prisionera y le dijo:
-Contesta a tu madre, que estoy muy
cansado.
Y Fara gritó:
-¡Madre, mi buena madre, Mamba no quiere
aceptar!
Entonces el padre, mejorando la
oferta, clamó:
-¡Oh, Mamba, diez bueyes te daremos
por Fara!
Y Fara, nuevamente, gritó:
-¡Padre, querido padre, Mamba no
quiere aceptar!
Rapela contempla a sus padres y
ofrece:
-¡Oh, Mamba, veinte bueyes te daremos,
si me devuelves la hermana!
Y Fara también esta vez contestó:
-¡Rapela, mi dulce hermana, Mamba no
quiere, no!
Entonces la madre, desesperada, clamó
fuertemente:
-¡Oh, Mamba, cien bueyes te daremos
por nuestra Fara!
El viejo Cocodrilo, que era muy
glotón, pensó que cien bueyes bien valían el rescate de una niña, y murmuró:
-Bien, bien; me place la oferta;
preparad los cien bueyes.
Y Fara, llena de contento, desde el
vientre del Cocodrilo, contestó:
-¡Madre, oh madre, Mamba aceptó ya!
Rapela y sus padres corrieron a la
villa con harta turbación, porque ellos tan sólo poseían veinte bueyes. Fueron
al encuentro de parientes y amigos, y éstos, para que no se menoscabara el
rescate de Fara, prestáronle cuantos bueyes hubieron menester para completar la
oferta.
Los aldeanos reunieron los cien bueyes
y dirigiéronse hacia la ribera.
Así que el viejo Cocodrilo divisó al
rebaño soltó a Fara para aproximarse a la orilla, pero los labriegos habían
colocado a la cabeza del rebaño al toro más poderoso y feroz; éste se lanzó
sobre Ikakinidriaholomamba y con sus enormes cuernos vacióle los ojos; cundió
el ejemplo y los demás bueyes pisoteáronle hasta darle muerte cruel.
Así el viejo Cocodrilo halló un muy
desgraciado fin, quedándose sin un solo buey por haber apetecido muchos.
Cuando Fara, vióse nuevamente bajo el
techo del hogar, hízose propósito firme de no hablar más de la cuenta en lo
futuro y de medir las palabras en el resto de sus días.
Cuento o fábula, yo fui quien rompió
el hueso para que vosotros, niños, os aprovechaseis del meollo.
009. Anónimo (africa)
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