(tribu bambara)
Un peul y un bambara, que
compartían la misma celda, se enteraron a través del guardián de que por orden
del rey uno de ellos sería castrado y el otro decapitado.
El peul, más astuto que
el bambara, empezó a quejarse de inmediato, gritando que le dolían los
testículos, que le dolían mucho y que pedía un alivio. Gritó tan fuerte que el
guardián fue corriendo, armado con un sable afilado, y le desembarazó de los
dos objetos de su dolor. El peul sufrió muchísimo el resto de la noche, pero en
el fondo de sí mismo estaba contento por haber salvado la cabeza.
A su lado, el bambara
dormía profundamente.
Por la mañana el rey los
hizo llamar y les anunció que eran libres. Su castigo había sido levantado.
El peul se lanzó a una
serie de imprecaciones y lamentaciones:
-¡El bambara ha salvado
la vida -gritaba- y yo he perdido mis testículos!
-Nunca hay que leer la
página cinco antes de la página cuatro -le dijo el rey.
No hay comentarios:
Publicar un comentario