Un lobo fue a visitar una
lechuza. Era la época del año en que el lobo mudaba el pelo, y su piel tenía un
aspecto sucio y deplorable.
La lechuza se burló de su
visitante:
-¡Eh, tú! ¡Qué color de
pelo tan raro tienes! ¿Tienes una enfermedad de la piel? Estás feo. ¿Cómo te
pones esos harapos cuando vienes a verme?
-Te aseguro -contestó el
lobo- que una vez he tenido piel buena de sobras, del caribú que maté para
hacerme algunos vestidos elegantes. Pero cuando los tengo no los puedo
conservar por mucho tiempo. Cada primavera me nace una camada nueva, y me
destrozan las pieles de caribú. Pero, si quieres, me buscaré alguna ropa nueva.
A cambio, tú puedes ir a cambiarte de vestido. ¡Luego ya veremos quién de nosotros
dos es el más guapo! Dentro de tres días mi mujer habrá tenido tiempo de
coserme un vestido nuevo, y entonces volveré.
Aceptado el reto, el lobo
volvió junto a su mujer y a sus hijos. Durante tres días se quedó en su cubil
sin molestarse en merodear alrededor de la lechuza.
Por su parte, la lechuza
se pasó todo el tiempo lavándose las plumas y dejando que su esposa le
cepillara las manchas blancas y negras. Pasaron los tres días y el lobo volvió.
Estaba guapo. Su pelo era largo y lustroso y su pecho estaba cubierto de pelo
espeso. Apenas tropezó con la lechuza, empezó a ridiculizar al pájaro.
-¿Por qué no te cambiaste
de ropa? Lo que llevas encima ahora no es mejor que lo que vestías antes.
La lechuza había
intentado embellecerse, pero tenía tantas plumas en el cuerpo que sus esfuerzos
apenas dieron resultado. Se enfadó y se volvió contra el lobo. Para evitar que
le mordiera, el lobo galopó hacia su madriguera. Pero la lechuza continuó
atacando, abalanzándose sobre el lobo y golpeándole en el pecho con la parte
carnosa de su pechuga. La fuerza de los golpes dificultaba la marcha del lobo. La
lechuza lo agarró y no tardó en matar al lobo a picotazos y golpes con las
garras.
Tres días después llegó
al terreno de la lechuza una loba con dos lobeznos. La lechuza los observó
cuando se acercaban y luego salió volando, dejando atrás a sus propias crías.
La loba los mató rápidamente. Después de haberse vengado, la loba volvió
corriendo a su madriguera con sus lobeznos.
La lechuza los siguió.
Primero atacó a los lobeznos. A golpes duros, primero los debilitó y luego los
mató de uno en uno. A pesar de los repetidos ataques de la lechuza, la loba
corrió hasta que se desplomó agotada. Entonces la lechuza le desgarró el pecho,
matándola como había matado a su marido.
Fuente: Maurice Metayer
036 Anónimo (esquimal)
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