Una güelta don Juan el Zorro andaba con
mucho hambre y quería comer los pollitos de una gallina. Anduvo mucho hasta que
se hizo amigo de la gallina y le pidió los hijitos de ahijados. La gallina le
dijo que güeno creyendo que así no iba a tratar de matarlos.
Iba todos los días el
compadre a la casa, y cuando ya tomó confianza, le dijo que él podía educar a
los ahijados, que él les iba a enseñar como
maestro y que no iba a tener necesidá de mandarlos a la escuela. La gallina se
creyó y le dejó llevar un pollito. Al otro día llevó otro. Y al día siguiente
otro. Así se los llevó a todos y siempre venía con el cuento de que estaban muy
adelantados, que aprendían mucho.
Después vino, y le dijo
a la madre, a la gallina, que tenía que ir a ver los hijitos. La madre se creyó
y en cuanto llegaron a la cueva la comió también.
El gallo se dio cuenta
de lo que pasaba y se jue a pedirle a los perros de la casa que mataran al
zorro.
Al otro día se presentó
a invitar al gallo para que vaya a ver el adelanto de la familia. Entonce el
gallo se subió a un árbol y se puso a cantar. Esa era la señal para que vengan
los perros. Y llegaron los perros y lo mataron al zorro que se hacía pasar como compadre y como
maestro. Y se terminó el mentiroso malvado.
Ramona Andrea Quiroga,
55 años. Campo de los Zapallos, Santa Rosa , Santa Fe , 1951.
Nativa
de este lugar. Rústica, pero buena narradora. Aprendió el cuento de la madre,
que sabía muchas narraciones.
Cuento 98. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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