Dice que una güelta el tigre hizo
una gran fiesta. La intención era pa cazarlo al sobrino Juan, el zorro, porque
no lo podía agarrar de ninguna forma. Y claro, invitó a todos los animales.
Ya se hizo la fiesta y empezaron a
llegar los invitados. Todos muy arreglados. Al último jue llegando Juan.
Güeno... Ya llegó Juan y lo
invitaron a pasar adentro. Juan tenía desconfianza, pero bandió el patio y pasó
pa adentro. En cuanto entró, el tigre le dio un chirlo a la vela y quedó todo
en oscuridá. Y áhi lo manotió al zorro y lu agarró de la pata.
Y el tigre creyendo que era cierto
lo largó y el zorro salió corriendo. Y lo que iba corriendo decía:
Entonce el tío lo sacó corriendo.
En eso el zorro pasó por encima de una guitarra que habían perdido los músicos,
y sonó la guitarra. El zorro, más muerto que vivo, dice:
Ya lo llevaba cerca el tigre y se
le metió en una cueva, el zorro. Áhi tuvo un largo rato, el tigre, y viendo que
no lo podía sacar al zorro dice:
Y da la casualidá que iba pasando
un carancho, y lo llama. Le encarga que lo cuide a Juan, que él va a buscar una
pala. Y lo dejó de centinela, y él se jue.
El zorro pensaba cómo podía hacer
para librarse del carancho, y se acordó que el carancho andaba muy pobre y que
le gustaba jugar por dinero. Entonce le dice:
Áhi no más el carancho entró en el
juego. El zorro se vino a la puerta de la cueva y empezaron a jugar. Cuando el
carancho abrió grandes los ojos, el zorro se los tapó con un puñado de tierra,
le dio un empujón, y salió corriendo y no lo vieron más.
El carancho se quedó restregando
los ojos, ciego. Ya cuando pudo ver un poquito se voló y se jue lejos porque si
lo encontraba áhi el tigre lo mata por zonzo.
Juan Ríos, 50 años. Sauce de Luna.
Villaguay. Entre Ríos, 1959.
Es un buen narrador; carpintero del
lugar.
Cuento 180. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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