Había una vez un zorro que ya se
moría di hambre, y dijo:
Al rato encontró una palomita que
daba de comer a sus pichones, y lamiendosé los bigotes se acercó al árbol, y
dijo:
Entonces la paloma se puso a
llorar, creyendo que el zorro se treparía al monte, pero en eso pasó una
caserita que llevaba barro para hacer una casita, y al ver llorar a la paloma
le pregunta lo que sucedía, y la paloma le dijo lo que le decía el zorro, que
le comería los hijos.
La empezó a buscar a la caserita y
al fin se fue a esconder cerca de donde sacaba el barro la caserita. La
caserita no lo vio y en un descuido la cazó el zorro. La caserita se puso a
gritar lo más fuerte que pudo. Así se juntaron muchos pájaros y armaron una
gritería de padre y señor mío. El zorro medio se sorprendió
y se paró. Entonce aprovechó la caserita y le dijo:
-Vea, señor Zorro, digalé a esa
gente que se retire, que nada tienen que ver con nuestros asuntos. Digalés ¡qué
les importa, metidos!
Entonces el zorro la agarró con la
mano para decirles lo que le decía la caserita, y entonces, cuando jue a
hablar, abrió la boca, y la caserita se le escapó y se asentó muy arriba, en un
monte alto.
Entonces todos los pájaros reían y
cantaban de alegría de ver cómo la caserita que es tan buena y viva si había
librado de este mal bicho que es el zorro.
Y el zorro siguió buscando su
presa, tratando de engañar o sosprender a los animales débiles u indefensos.
Cleobulino E. Ojeda, 37 años. Los
Tapiales. El Trapiche. Pringles. San Luis, 1948.
Campesino nativo del lugar. Ha
cursado la escuela primaria y tiene cierta cultura en su medio.
Cuento 22. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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