Habían ido a una laguna el zorro y
el tigre y querían matar una vaca. El zorro avisaba:
-Sí, ésas sirven. Voy a matar una.
Ésa es carne güena. Entre los dos se ponen a carniar. El tigre comía y el zorro
miraba, y no le daba nada el tigre. Y diz que decía el zorro:
-Qallu-qallu, nisunqanku (te van a
decir lengua-lengua).
Entonce le pidió la vejiga y se lo
dio. Se subió a un alto el zorro y lo infló a la vejiga. Entonce empezó a
juntar moscas grandes y chiquitas. Y iba inflando la vejiga y poniendo moscas,
y lo llenó. Y después lo ató a la cola del tigre. El tigre 'taba durmiendo y no
sintió. Él ha vuelto a subir al alto.
Diz que el tigre li había encargau
a Juan que le lleve a la tía tigra la lengua pa que haga una linda sopa con
mucho ají y lu espere a comer. Diz que le' ha dicho que va ir cuando él se
despierte. Diz que li ha dicho que mire bien del alto si viene la policía y le
avise pa que dispare.
Diz que el zorro entonce ha empezao
a contar, después que le ha atado la vejiga en la cola y ha subido otra vez al
alto:
-Sí, viene una comisión con muchos
perros. No los alcanzo a contar a todos, pero son muchos. Ya vienen llegando.
Y claro, el tigre salió disparando.
Disparó hasta muy lejos, y con el ruido de la vejiga ha creído que ya lo
alcanzaba la comisión. Ha corrío hasta que una espina li ha roto la vejiga y él
se ha dado cuenta de la picardía de Juan.
Diz que el zorro lo agarró a la
lengua y lo llevó a la casa de la tigra y le ha dado el mensaje de otra manera,
diciendo que ha dicho el tigre que haga una linda sopa con mucho ají, que coman
y que duerman juntos. Y la tigra ha hecho la sopa con mucho ají y ha dormío con
Juan.
Entonce Juan comió la sopa y durmió
con la tigra.
Y al otro día llegó el tigre todo
sucio. Si ha ensuciao de susto, claro, lo que lo llevaba tan cerca la comisión.
Y li ha preguntao por Juan. Y la tía li ha dicho que le ha dao la orden que
haga sopa con ají y que después duerman juntos. Entonces si ha enojau el tigre,
si ha limpiao y ha salido a buscarlo pa matarlo. Diz que había ensillao un
caballo pa alcanzarlo más pronto.
Bueno, y después que ha seguío y lo
ha encontrao en un simbolar
durmiendo. Y ha cortao un palito y lu ha empezao a pasar por la nariz. Juan
creía que eran moscas y decía en quichua:
-Anchuy mosca molesto, tuta tiaywan
puñusqay mosqos kani (salí mosca molesto, lo que dormí anoche con mi tía me
hace soñar).
Entonce áhi lu agarró el tigre y le
dijo:
Y después lo trajo. Lo hizo sentar
en las ancas de su caballo, y lo trajo. Y siguieron el camino. Y áhi pasaron
por el lao de las cuevas de unas vizcachas. Y áhi saltó el zorro, en un
descuido del tigre, y se metió en una cueva. Y saltó el tigre y lo alcanzó a agarrar
de la cola.
Y diz que ha pasao por áhi el
caranchi. Y el tigre lo llama al caranchi y le ha dicho que le cuide ese preso,
que él va ir a buscar una pala para cavar y sacarlo de la cueva. Y el caranchi
quedó cuidando.
Como el caranchi es tan curioso, ha
comenzado a espiar al zorro pa ver qué hacía adentro. Diz que se agachaba y
espiaba, se agachaba y volvía a espiar. Entonce el zorro aprovechó y agarró dos
puñados de tierra. Cuando se volvió a agachar el caranchi, le tiró en los ojos.
Le tapó los ojos y él se escapó.
Cuando volvió el tigre no encontró
nada. Áhi se dio cuenta de la picardía del zorro y lo siguió buscando.
Diz que después de mucho tiempo que
no lo ha podido pillar al zorro, el tigre se ha hecho el muerto.
Y le han ido a avisar a don Juan. Y
diz que andaba de pura bota 'i potroy bocao,
como un domador, claro.
Y ha llegao el zorro a la casa del
tigre. Diz que 'taba toda la familia haciendo velorio. Y 'taban los vecinos y
los amigos, claro, todos muy tristes con la muerte del tigre.
El zorro andaba pasando a caballo
en un avestruz. Y si ha bajao, pero no entraba ande 'taba el muerto. Andaba
maliciando que si hacía el muerto pa agarrarlo.
El avestruz li había dicho al zorro
que no lo vaya a pinchar con las espuelas, pero el zorro, del susto, cuando lo
venían alcanzando los perros, le apretó las espuelas, y áhi el avestruz lo voltió.
Si agarró di un pie en el estribo y lo llevó arrastrando, arriba de las ramas,
y al fin cayó medio muerto. Los perros lo venían rastriando y áhi lu han
alcanzau y lu han muerto.
Raimunda Farías, 20 años. Pintos.
Santiago del Estero, 1960.
La narradora aprendió el cuento de
su padre, un viejo domador del lugar. Es una narradora rústica que trabaja como
sirvienta (criada) y narra con verdadero placer.
Cuento 120. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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