Era el zorro que lo encontró al
tigre que 'taba carniando, y le dijo:
Y el tigre seguía comiendo no más
mientras seguía carniando, y el zorro miraba muerto di hambre.
Y el zorro seguía pensando cómo
podría hacer para sacarle algo al tío para comer. Y al ver que no le daba nada,
le dijo que s'iba a retirar. Y entonce pensó hacerle una emboscada.
Se despidió muy atentamente del tío, y se jue. Se retiró un estrecho
volviendo otra vez de nuevo corriendo, diciendolé:
El zorro disparó para otro lado
pero al poco momento volvió a comer. Y comió hasta que se hartó. Y después se
sacó la vejiga y dijo:
Áhi no más se puso a soplar la
vejiga y la llenó de moscas. En la misma osamenta que se amontonó las moscas. Y
salió a buscarlo al tigre por adentro 'e los pajonales. Por áhi no más, no muy
lejo, lo encontró que 'taba dormido y despacito le colgó la vejiga en la cola
del tigre. Y por áhi se despierta el tigre y oye el barullo 'e la moscas y
creyó que era el hombre que venía con los perros. Y si ha levantado y ha juido.
Y disparó mucho. Iba cansau ya. En eso movió la cola y miró para atrás, y se
vio la vejiga con moscas, y dijo:
Juan había ido a la casa del tigre
y le había dicho a la tigra que ase un asado que llevaba y que durmieran
juntos, que era orden del tigre. La tigra obedeció y cuando volvió el tigre le
contó todo. Ya Juan había juido. El tigre salió a perseguirlo.
Y el tigre siguió buscándolo al
Juan. Y después de haber pasado un día, iba por un pajonal y lo encontró a Juan
durmiendo plácidamente, y agarró una pajita, y le pasaba por las narices. Y el
zorro fastidiado decía:
Y así lo repitió varias veces hasta
que en una de esas abrió los ojos el zorro y el tigre sin pérdida de tiempo se
lo tragó entero, sin mascar. Y se jue. Y bueno, s'iba al trote el tigre con el
zorro adentro. Y el zorro desesperau no sabía cómo salir, y pensaba:
-Si salgo por la panza, me va a
panciar; si salgo por las costillas, me va a costillar; si salgo por la boca,
me va a mascar; si salgo por los óidos, me va a óir; si salgo por los ojos, me
va a ver; si salgo por las narices, me va a olfatiar; si salgo por la cola, me
va a coliar; si salgo por las patas, me va a patiar; si salgo por las manos, me
va a agarrar.
Y áhi no más sacó una cortapluma
que él llevaba y li abrió la panza al tigre y salió disparando. Y ya el tigre
iba llegando a la casa d' él y la tigra, que lo 'taba mirando, corrió a
juntarlo. Se llevó una sábana y le juntó las tripas y lo envolvió bien y lo llevó
a la casa. Se buscó una aguja y un piolín y lo cosió y lo curó hasta que se
sanó bien. Y ya quedó bien otra vez.
Y después salió a buscarlo el tigre
al zorro otra vez para cobrarse lo que li había hecho. Por áhi lo encontró. Al
mucho tiempo lo encontró. Y áhi consiguió agarrarlo y lo llevaba bien agarrau.
Lo llevaba di atrás d' él. Y por áhi le largaba un chorro 'e mierda y le bañaba
la cara, y le preguntaba el tigre al zorro:
Y así le repitió varias veces el
tigre al zorro. Y siempre le preguntaba qué olor tomaba, y el zorro siempre
contestaba que era de rosas, hasta que en una de ésas llegaron cerca de una
cueva y justo en eso, el tigre le había largau un chorro 'e mierda y le
preguntó al zorro:
Y el tigre créido lo largó. Y se
quedó en la puerta 'e la cueva, el tigre, esperando que saliera el zorro. Y en
eso pasa el carancho y le grita el tigre:
-Oiga, don Pedro -que el carancho
se llama Pedro, venga, por favor. Cuidemé a Juan que lo tengo en esta cueva. Yo
voy a buscar una pala para sacarlo.
Bueno -le dice el carancho, pero no
se demore, don Damián, yo voy apurado en busca 'e comida para mis hijitos.
Se jue el tigre y lo dejó al
carancho. En eso el carancho de curioso empezó a espiarlo al zorro. Y el zorro
'taba moliendo tierra , haciendo polvo unos terrones que sacaba de la cueva. El
carancho seguía mirando pa adentro, y en una de ésas el zorro vivo, le tiró un
puñau grande de tierra en los ojos, que él había molido. Y el carancho se cayó
patas arriba, rascándose los ojos. Y en eso salió el zorro de la cueva y
disparó. Y se jue también el carancho. Medio ciego quedó el pobre carancho.
Y bueno, después vino el tigre. Se
creyó que se había ido el carancho porque 'staba apurau y se puso a cavar. Y el
tigre siguió cavando, muy apurado. Llegó al fin de la cueva y no lo encontró,
claro, al zorro. Y en eso pasaba el carancho de vuelta. Y le dice el tigre:
El tigre siguió buscandoló a Juan,
pero el zorro disparaba siempre. Entonce que le dice una güelta, a la tigra:
-Yo me voy a hacer el muerto. Vos
lo mandás a buscar a Juan y decile que me he muerto. Así lo agarro y lo mato.
Y él si ha quedau montado en la
gama no más. Y se bajó y se quedó áhi en la puerta no más con la gama de las
riendas, y le dice:
Y montó en la gama y salió a toda
carrera. Y los que 'taban en el velorio lo siguieron, pero no lo pudieron
alcanzar. Y se salvó no más el zorro.
Dora Passarella, 30 años.
Villaguay. Entre Ríos, 1959.
La narradora es una campesina, que
en la actualidad trabaja como doméstica. Aprendió los cuentos de la madre que
es una gran narradora.
Cuento 187. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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