El tigre lo andaba buscando para
matarlo al zorro. Una vuelta lo encontró tomando mate abajo de un árbol. Había
hecho fuego el zorro y había puesto la pavita.
Cuando llegó el tigre, el zorro con mucho trabajo alcanzó a subirse por el
tronco del árbol con la pavita de agua caliente, porque los zorros no saben
subir a los árboles.
-Tío, antes que me coma, suba y
pruebe un matecito, acá arriba, que 'ta muy fresquito- le dice el zorro.
-Pero tío es lo más fácil, pongasé
con la cabeza para abajo y con la cola para arriba, y solo va a subir -le dice
el zorro. En cuanto se puso con la cola para arriba, el zorro le echó toda
l'agua caliente de la pavita en la cola.
El tigre largó un bramido de dolor
y de rabia y se prendió del tronco del árbol y lo empezó a sacudir. Cayó el
zorro y el tigre de rabia se lo tragó entero.
'Taba en la panza del tigre el
zorro y se acordó que tenía un cortapluma
y pensó que tenía que salir en seguida porque tenía peligro de morir aficiado,
y entonce empezó a decir:
-Si salgo por la boca me va a
mascar; si salgo por la cola me va a poner sucio.
Entonce le rajó la panza con la
cortapluma y salió disparando. Áhi cayó muerto el tigre y el zorro se salvó.
Ramón Villarroel, 20 años. Sancti
Spiritus.
General López. Santa Fe, 1951.
Ha cursado los grados de la escuela
primaria. Es campesino.
Cuento 228. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1 anonimo (argentina) - 030
No hay comentarios:
Publicar un comentario