El tigre lo andaba buscando al
zorro para matarlo por todas las que le había hecho. Una güelta lo encontró
descuidado y lo agarró. El zorro que es tan vicho,
áhi no más le inventó una mentira y le dijo:
-Vea don Simón, matemé si quiere,
pero tiene que librarse de un gran ventarrón que va a llegar en seguida no más.
Yo me estaba atando a este árbol porque este viento va a matar a cuanto ser
viviente hay en la tierra. Mire, ya se 'tán moviendo las hojas de los árboles,
'tá llegando ya.
Y el zorro que no quería otra cosa,
corrió y buscó unas enredaderas bien resistentes y lo ató al tigre tan firme
que no podía ni moverse. Y áhi lo dejó para que muriera atado.
En una de ésas, que 'taba el tigre
viendo que áhi tenía que morir, pasó el mono y se acercó a ver qué le pasaba a
don Simón. Áhi le contó don Simón la traición del zorro y le suplicó que lo
largara. El mono se puso a desatar las cuerdas de enredaderas que le había
atado el zorro y lo dejó libre.
El tigre 'taba furioso y se puso a
esperar al zorro en la bajada de un arroyo, adonde forzosamente tenía que venir
el zorro y todos los animales a tomar agua. Áhi se escondió y lo 'taba
esperando al zorro. Entonce el mono jue y le avisó al zorro que áhi lo iba a
esperar el tigre para matarlo, que se disfrazara y se juera al agua.
El zorro jue y se revolcó en unos
pajonales quemados que había áhi cerca, y se pegó unos pedazos de paja por
todas partes del cuerpo. Quedó parecido a las nutrias, y cuando las nutrias
bajaron al agua, se metió entre las nutrias y hacía el paso y se movía como se
mueven estos animales. Las nutrias bebieron y se metieron al agua para bañarse.
El zorro bebió con ellas, pero se quedó en la orilla de miedo de perder el
disfraz. El tigre 'taba mirando, y claro, le llamaba la atención esta nutria
rara. Cuando salieron las nutrias y ya habían pasado por donde 'taba el tigre,
el zorro lo saludó de lejó, y áhi, claro, lo conoció y lo sacó corriendo, pero
¡qué lo iba a alcanzar! Se le hizo humo y el tigre quedó con más rabia.
-Qué voy a hacer 'hora con este
pícaro -decía-, ya sé, me voy a hacer el muerto y voy hacer el velorio pa que
vengan todos los animales, y áhi lo voy a joder.
Se hizo el muerto el tigre. Tirado
'taba el tigre en el suelo y áhi venían los animales a verlo. El carancho lo
jue a buscar al zorro y lo trajo al velorio. Llegó el zorro, y de lejo no más
lo miraba al tigre. Y se dio cuenta de la mentira. Y áhi dice:
-Entonce no 'tará muerto del todo,
porque los muertos se tiran siempre pedos. Yo le iba a rezar un padrenuestro en
la cabecera, pero 'hora espero un poco.
Y áhi se levantó furioso el muerto
y lo sacó corriendo, cerquita. Y ya lo llevaba te agarro y no te agarro, y el
zorro se zampó en una cueva que encontró por casualidá. El tigre le tiró un
manotón y lo alcanzó agarrar de la cola. Ya el zorro se veía perdiendo, y le
dice:
Y el tigre se creyó y lo largó y el
zorro se escapó por otra salida de la cueva y se subió a una barranca. Y el
tigre se jue, cansao de esperar que saliera.
Juan Gómez, 35 años. Santa Rosa.
Santa Fe, 1952.
El narrador es peón de campo. Ha
cursado los primeros grados de la escuela primaria.
Cuento 193. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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