El zorro se hizo sobrino del tigre.
Y se fue a la casa para vivir con el matrimonio, el tío tigre y la tía tigra.
Una vuelta salieron a cazar. En una
bajada de un arroyo se puso el tigre y el zorro arriba, en la barranca para
mirar los animales. Al rato no más le dijo al tío que venían unas ovejas. Y el
tigre le dijo que era carne con lana. Después le dijo que venían unas vacas. Y
el tigre le dijo que era carne con guampas. Después le dijo que venían unos
potros, y a ésos los quería el tigre. Salió despacito y cazó un potro gordo.
El tigre lo arrastró al potro
muerto abajo de un árbol y se puso a carniar. Y el zorro lo ayudaba. El tigre
carniaba y comía y al zorro no le daba nada. Al fin lo mandó que lleve un costillar
a la tía tigra. Que lo ase, que él va a terminar de carniar y que va a ir a
cenar, le mandó decir.
El zorro echó al hombro el
costillar y salió al trote. Llegó a la casa y le dice a la tía que el tío
ordenó que ase el costillar para que lo coman los dos y después duerman juntos.
La tía no quería, pero después obedeció.
A la madrugada se vino el tigre
viendo que no volvía el sobrino. Cuando lo oyó que venía, se disparó el zorro.
El tigre averiguó todo y salió a buscar al zorro para matarlo, furioso.
El zorro estaba dormido, en un
pajonal, muy cómodo entre las pajas. Cuando iba llegando el tigre lo oyó y
disparó. Cerca había una cueva y se metió. El tigre saltó, metió la mano y lo
agarró de la cola. Entonce el zorro le dice que agarró una raíz. El tigre creyó
y lo largó. El tigre no sabía cómo hacer para sacarlo. Por casualidad iba
pasando un carancho y el tigre lo llamó y lo dejó de centinela. Él se fue a
buscar con qué sacarlo al zorro.
Al rato, el zorro empieza a hacer
ruido adentro de la cueva. Como el carancho es tan curioso, se agacha para ver
qué pasa. Entonce el zorro le echa un puñado de tierra en los ojos y dispara.
El carancho se quedó ciego con la tierra, pero al rato se voló.
Una vuelta el tigre lo encontró al
zorro descuidado, y de rabia lo tragó entero. Entonce el zorro no sabía qué
hacer ni por dónde salir. Al fin se acordó que tenía una cortapluma y le rajó
la panza al tigre y salió disparando, y el tigre cayó casi como muerto.
El tigre sanó y siguió buscando al
zorro para matarlo. Como no lo podía agarrar le dijo a la tigra que se iba
hacer el muerto.
El tigre se hizo el muerto y
avisaron a todos los animales. Y todos los animales vinieron y también el
sobrino, el zorro. Todos entraron, pero el zorro desconfiado estaba de lejos,
mirando. Se dio cuenta que el tigre estaba vivo. Entonces preguntó si el tío no
se había soltado alguna ventosidá. El tigre hizo fuerza, se soltó una
ventosidá, y el zorro salió disparando y nunca lo pudo agarrar el tigre.
Ramón Villarroel, 20 años. Sancti
Spíritu. General López. Santa Fe, 1953.
El narrador es campesino. Ha
cursado todos los grados de la escuela primaria.
Cuento 191. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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