¡Menudo sábado mas
aburrido!, afuera está lloviendo y no hay quien salga a dar un paseo, así que la pequeña Cami , una
preciosa niña de pelo largo y castaño, que suele llevarlo recogido en dos
pequeñas colas, decide ver una película de Disney para entretenerse, pero como
hoy había madrugado mucho, al ratito, se queda completamente dormida en el sofá
frente al televisor.
Empieza de pronto a
soñar..., está en la fábrica de helados de su ciudad, ha ido de excursión con
el colegio porque mañana es final de curso y van a hacer la fiesta del helado,
será maravilloso, helados de todas las formas y sabores para todos los niños,
los papás y los maestros.
El autobús aparca en la
puerta de la fábrica, los niños bajan ordenadamente y entran en el maravilloso
mundo de los helados, huele a fresa, a vainilla, a chocolate, a pistacho, a
menta, a nata, a crema... ¡Ummmmm, que delicia!
El Director de la fábrica
acompaña a los niños en la visita, les enseña las máquinas que hacen las
cremas, las que preparan los barquillos, las que les dan la forma...pero de
pronto suena una sirena.
-¿Qué ocurre? -pregunta
el director al vigilante que se aproxima.
-Su amigo el ratón Fabín
se ha llevado para jugar la llave que hace funcionar todas las máquinas y ahora
no lo puede encontrar.
-¡Qué desastre! -exclama
el Director- no podremos preparar los helados de la fiesta del colegio si no
funcionan las máquinas.
Cami, se hace cargo de la
situación enseguida, será horrible no poder hacer la fiesta, todo el mundo está
emocionado con la idea, en especial ella a la que le encantan los helados de
crema cubiertos de chocolate.
-Si estuviera aquí
Agustina sabría lo que hacer, sobre todo si tuviéramos un perrito que nos
ayudara a encontrar la llave -pensó Cami mientras buscaba la manera de ayudar.
-¡Ya sé! -se dijo de
repente- yo misma buscaré la llave.
Con mucho cuidado para
que nadie se diera cuenta, se apartó del grupo y buscó el despacho del
Director.
Una vez que lo encontró,
entró y buscó al pequeño Fabín.
-¿Fabín
estás aquí? - preguntó sigilosamente la niña.
-Sí, detrás
de la cortina -contestó una vocecita asustada.
-¡Hola, soy
Cami y he venido a ayudarte a buscar la llave.
-Te lo agradezco mucho,
pero la he buscado por todas partes y no está, ha desaparecido.
-Las llaves no tienen
piernas, y no salen andando de los sitios -dijo Cami un poco enfadada, así que
ánimo y ayúdame a encontrarla, la fiesta de mi colegio tiene que celebrarse
mañana.
La niña y el ratón
salieron del despacho e iniciaron la búsqueda, Fabín le dijo todos los lugares
en los que creía haber estado jugando con la llave, y uno por uno los fueron
recorriendo.
Primero
fueron a la sala de las frutas, donde eran lavadas, peladas y cortadas para
triturarlas y añadirlas a las cremas, pero allí no encontraron nada.
Después
buscaron en la sala de las cremas, donde se batían la leche con el azúcar y se
le añadían los trocitos de chocolate o las almendras, avellanas o pistachos.
Al comprobar que tampoco
estaba allí la llave, Fabín empezó a llorar.
-¡Todo es culpa mía! -no
paraba de repetir- si no hubiera jugado con la llave, nada de esto estaría
pasando.
-No te preocupes pequeño
-intentaba consolarle Cami- yo también hago a veces cosas que no debo, y mi
mamá me regaña, pero al final siempre se soluciona.
-Si no encontramos la
llave antes de las 4, la fábrica no podrá hacer todos los helados que hacen
falta para mañana.
Eran ya las 3, quedaba
poco tiempo, Cami no estaba muy segura de poder solucionar el problema, hasta
que de pronto tuvo una idea.
-Fabín, ¿has pasado cerca
de las cubas de crema, las grandes que parecen piscina? - Sí Cami, he pasado
por allí, pero ahí no podemos buscar, yo no sé nadar. -No hace falta nadar, tú
eres muy chiquitín, pero a mí la crema me debe de llegar como a la altura del
ombligo más o menos, tan solo necesito unas gafas de bucear, estoy casi segura
de que la llave se te cayó en alguna crema.
-Los señores que arreglan
las máquinas tienen unas gafas que te pueden servir, ahora mismo las traigo.
Dicho y
hecho, Fabín volvió en un santiamén con las gafas y Cami se las colocó y
comenzó la búsqueda.
-¡Allá voy,
deséame suerte! -dijo la intrépida niña cuando se quitó los zapatos y se
zambulló en la primera piscina de crema de plátano.
Cami parecía un elefante
rebozándose en el barro, con la riquísima diferencia de que ella estaba
pringada hasta las cejas de crema dulce.
-¡Aquí no
está Fabín! -dijo la pequeña un tanto decepcionada- ayúdame a salir e iré a la
piscina de crema de manzana.
Cami fue
buceando de piscina en piscina sin obtener ningún resultado, la llave no
aparecía por ningún sitio, y ella estaba ya cansada, además de que parecía una
piruleta de mis sabores y colores.
-Solo nos
queda la piscina de la crema de caramelos de colores - dijo Fabín -es la que
está mas cerca de la puerta por donde me he marchado de la sala.
-Pues
agotemos la última posibilidad - contestó Cami con la esperanza de que esta vez
si iba a encontrar la llave.
Tras un buen rato de
bucear y explorar la piscina, que estaba llena de crema y trocitos de caramelo,
Cami tocó algo.
-¡Fabín, Fabín... aquí
hay algo! -gritó emocionada la niña.
- ¿Qué es, qué es? -contestó
el ratoncito expectante.
Cami sacó la mano de la
crema, y ante el asombro y la alegría de los dos, apareció por fin la llave.
-¡Viva, viva! -celebraban
los dos amigos- ¡hemos encontrado la llave, ya se pueden fabricar helados...!
Enchastrados hasta las
orejas y resbalándose por los pasillos, corrieron a buscar al Director para
darle la buena noticia.
-Señor Director
-interrumpió la niña -aquí esta la llave.
-¿Cómo la habéis
encontrado?, el personal de la fábrica lleva buscándola todo el tiempo y no
habían conseguido nada.
-Ha sido
muy fácil señor, tan solo había que chapotear un poco.
-¡Dios Santo, si pareces un helado de tutifrutti! -reparó por fin el Director.
-¡Dios Santo, si pareces un helado de tutifrutti! -reparó por fin el Director.
-¡No se
preocupe señor, seguro que mi madre comprenderá que hoy llegue a casa un poco
manchada...
Ja, ja,
ja... ¡todos rieron felices, por fin se había solucionado el problema, el
Director le dio la llave al encargado y le dijo que empezaran cuanto antes a
preparar los helados de la fiesta del colegio para el día siguiente!
El pobre
Fabín que se sentía culpable por todo lo que había ocurrido, se había marchado
de allí y Cami insistió en buscarlo antes de regresar a casa con el resto de
sus compañeros.
Cuando lo encontró, en el
despacho del Director, Fabín había preparado sus cosas para marcharse de la
fábrica.
-¿A dónde vas Fabín? -preguntó
Cami muy sorprendida.
-Debo marcharme Cami, he
organizado un lío tremendo y seguro que ya no me quieren aquí.
Pero el Director que
había ido detrás de Cami dijo:
-¡Claro que te queremos
con nosotros Fabín!, lo que ha ocurrido hoy no tiene nada que ver con el cariño
que todos te tenemos todos aquí en la fábrica.
Fabín por
fin sonrió y le dio un fuerte beso a Cami que prometió que le invitaría algún
día a su casa para que le conociera su familia, y el Director le dijo a Cami,
que siempre que quisiera, podía ir a comer los helados que mas le gustaban.
Al cabo de un ratito,
Cami se despertó hecha un ocho en el sofá y le preguntó a su madre.
Mamá tenemos helado en la
nevera…
999. Anonimo,
No hay comentarios:
Publicar un comentario