Que
habían ido a una reunión, a la casa de la perdiz, todos los
animales. Y el zorro que no pierde tiempo, que tenía gana de comerlo
al suri. Que se lamía lo que lo veía tan grandote y gordo.
-¡Ay!,
cómo quedará mi tío suri de bizarro con unas botas de potro bien
paradas y un calzón bombacho.
Y
jue y trajo el cuero de las patas del potro, que ya 'taba duro y lo
echó al agua. Y mientras tanto se había traído una alezna y un
tientito fino para hacer una costura. Y ya iba el zorro y lo sacaba
al cuero y lo miraba, y lo estiraba al cuero. Y ya cuanto 'tuvo
blandito le pudo hacer las botas al suri. Y ya le puso al haz de las
canillas, le cortó a la medida las botas y las cosió bien ajustado.
Y cuando tenía las botas puestas, lo puso al sol. Y claro, ya se iba
secando el cuero de las botas y el suri ya no se pudo parar más. Y
áhi que le decía el zorro:
Rosa
Villagrán de Sánchez, 65 años. Santa María. Catamarca.
La
narradora es una lugareña de cierta cultura.
Cuento
333. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1 anonimo (argentina) - 033
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