Resulta
que el zorro con el quirquincho eran compadres. Y un día, dice que
andaba el zorro embromau, no podía cazar. Y si acuerda del compadre
y dice:
Y
así pasan pa adentro, y se va a la despensa. El quirquincho saca un
queso y le sirve al compadre zorro. Y así comían y conversaban los
dos. Y al momento se va y saca una botella de vino, y siguen
comiendo. Tomaban vino y conversaban. Y el zorro le dice:
-Ya
le voy a enseñar de dónde lo alquiero yo. Usté sabe compadre que
en esta vida más se necesita maña que plata para poder alquirir las
cosas.
Y
así se penetraron a la bodega. El quirquincho había hecho un aujero
para dentrar a una bodega y sacar comida. Y dentraron adentro. Y
había quesos y pipones de vino y comida de todas clases. Y comieron
de todo y tomaban vino. El hecho es que el zorrito ya 'taba machado y
ya quería cantar. Y ya le dice el quirquincho:
El
quirquincho dice que comía poco porque él sabía que era muy chico
el aujero que tenía pa salir. Y que comía y iba y se medía a cada
momento. Pero el zorro ya 'taba muy machadito y tomaba vino y comía
de todo, y ya se puso muy panzón. Y ya se puso a cantar unas coplas
no más y a gritar de contento.
Y
a la bulla han venido los dueños. El quirquincho disparó por el
aujero, pero el zorro no podía pasar por la panza y por la macha que
tenia. Y áhi lu han agarrau los perros y lu han muerto.
Eusebio
Malta, 46 años. Salta, 1952.
Cuento
426.
Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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