Una
vez han hecho una apuesta don Juan el Zorro y don Martín el
Quirquincho a ver cuál era más gaucho para enlazar y voltiar un
potro. Se han ido ande tenían que bajar al agua los potros chúcaros
de los cerros. Son malísimos. Cada uno tenía un buen lazo, los dos
apostadores. Han cavado una cueva, cada uno, para poder sujetar. El
quirquincho hace la cueva con quencos, pero además tiene unas uñas
que cuando se entierran un poquito no lo sacan ni a la cincha del
caballo. El zorro hace una cuevita así, derecha. Mejor dicho, ni
sabe hacer cueva porque es tan haragán que siempre se mete en las
cuevas ajenas, pero es tan palangana que siempre cré que nadie le
gana a ser el gaucho más gaucho del campo.
Tiró
el lazo el quirquincho, lu enlazó y se metió en la cueva. El potro
pegó un brinco, cayó antarca y se descogotó. Tuvieron comida para
unos días y cuando la acabaron, le dice el quirquincho al zorro:
Llegó
el potro, tiró el lazo el zorro y lu enlazó. Pegó un brinco el
animal y lo sacó como un tiro y se lo llevó ramiando hasta que
quedó hecho una bolsa 'i güesos.
Antenor
Sánchez, 73 años. Chicoana. Salta, 1954.
Cuento
238. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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