Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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lunes, 2 de junio de 2014

El zorro y el quirquincho enlazadores .258

El zorro y el quirquincho eran compadres. Se encontraron un día. Los dos tenían mucho hambre y empezaron a conversar cómo podían hacer para surtirse de alguna comida. Entonce el zorro, como tiene más viveza, le dice al quirquincho:
-Mire, compadre, vamos hacer una cosa. Ande encontremos un animal muerto lo vamos a cueriar y vamos a hacer un lazo. Nos va a servir para enlazar algún animal.
-¡Cómo no! -le dice el quirquincho. ¡Me parece muy bien!
Y siguieron andando. Por áhi encontraron un animal muerto y se pusieron a sacarle el cuero. Después hicieron lonjas y de las lonjas sacaron tientos y se pusieron a trenzar un lazo. Y hicieron un lazo lindísimo. Entonce dice el zorro:
-Con este lazo vamos a enlazar un animal para carne. Mire, compadre, vamos a ir a una aguada. Vamos a hacer cada uno una cueva. Vamos a enlazar un animal gordo y nos largamos a la cueva, y el animal al dar la estirada se va a descogotar.
-Acertado, compadre -dice el quirquincho.
Entonce se fueron a una aguada ande venían muchos animales a beber. El zorro como más astuto le dice al quirquincho:
-Usté, compadre, va a enlazar primero.
-¡Cómo no! No hay ningún inconveniente -dice el quirquincho.
El quirquincho áhi no más se puso a cavar su cueva. L'hizo la boca y adentro la iba haciendo torcida para todos lados como la hace el quirquincho. Que la hace como entramada con entrada para los dos lados. Y claro, áhi se puede sujetar de cualquier cosa y nadie lo puede mover.
Y vino el primer animal al agua. Era un potro gordo. El quir-quincho lo enlazó y se metió en la cueva, bien adentro y se plantó en las vueltas que tiene. El potro cuando sintió el lazo disparó con todas las ganas. Cuando si acabó el lazo dio una costalada, cayó, y se quebró el cogote. Claro, el quirquincho ni se movió di ande 'taba.
Ya corrió el zorro y salió el quirquincho de la cueva. Lo carniaron al animal y tuvieron carne para muchos días.
Cuando se les terminó la carne, el quirquincho le dijo al zorro:
-Ahora le toca a usté, compadre.
-¡Cómo no! -dice el zorro.
El zorro, como es tan palangana, se creía que todo era muy fácil y que él iba hacer las cosas mejor que el quirquincho.
El zorro empezó a cavar su cueva. Se mandó una cueva derechita como la sabe hacer él.
Ya llegaron los animales al agua. Una tropilla de yeguarizos regordos, como para elegir, bajó a beber.
Entonce le dice el quirquincho al zorro:
-Pongalé el lazo al animal más gordo, compadre.
-Sí, sí -le dice el zorro- ya va a ver de lo que es capaz su compadre.
El zorro enlazó el potro más gordo y se metió en la cueva. El potro dio una estirada y lo sacó al zorro como escupida de músico. Lo levantó en el aire y lo mató en el cimbronazo. Claro, el zorro no tenía ande agarrarse en la cueva y no es capaz de sujetarse con las uñas como el quirquincho, pero como es tan palangana, se cree siempre muy capaz, y áhi se perdió.
Y áhi se quedó el quirquincho sin su compadre zorro.

José Agustín Quiroga, 61 años. Estancia Grande. La Capital. San Luis, 1967.

El narrador, nativo del lugar, aprendió este cuento de la madre, también nativa del lugar. En la actualidad es almacenero.

Cuento 258. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

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