Se
juntaron el zorro y el quirquincho. Andaban conversando para juntarse
y salir a buscar comida.
Un
día 'taban sentados a la sombra viendo qué iban hacer, y el zorro,
como más activo, propuso que jueran a buscar panales y juntaran miel
para comer. Y se pusieron di acuerdo para repartirse entre los dos,
todo lo que encontraran.
Iban
los dos por un caminito y vieron un panal grandote de lechiguana,
colgado. Y áhi dijo el zorro, como pícaro que es:
Entonce
el quirquincho quiso sacar el panal y se paró en dos patitas, y tocó
el panal para bajarlo. Y áhi las avispas lo agarraron por todas
partes y lo picaron por todas las partes blandas que tiene el
quirquincho. Se le pusieron como un racimo encima. Bueno... Algo
pudieron comer cuando las avispas dejaron abandonado el panal. Claro,
comió más el zorro, porque el pobre quirquincho tenía tan hinchada
la boca que casi no la podía abrir.
Bueno...
El quirquincho no dijo nada, pero empezó a pensar cómo se podía
vengar. Entonce le dijo al zorro:
-Me
parece que nos va a convenir que cada uno tome un camino distinto.
Vos vas por un lado y yo por otro. El primero que encuentre un panal
que le grite al otro para sacarlo entre los dos y comer juntos la
miel.
-Di
acuerdo, di acuerdo. Nos vamos a repartir como buenos compañeros.
El
quirquincho salió ligerito, si adelantó por el caminito que iba el
zorro, y en un gajo grueso se colgó en tal forma que parecía un
panal del lado que venía el zorro.
Cuando
el zorro vio de lejo este panal, en seguida pensó que no l'iba a
decir nada al compañero y que lu iba a comer solo.
El
quirquincho se orinó y también se guanió un poco. Las moscas
venieron al olor y se le empezaron a asentar encima. D'e lejo, el
zorro se convenció más que era un panal, y que las moscas eran las
avispas que revolotiaban alrededor. Entonce el zorro si acercaba y
iba diciendo entre dientes, cuando vio que le gotiaba algo:
Llegó
el zorro y li hace una pichaniada con la cola para espantarle las
avispas. No vía bien porque 'taba medio oscuro ande si había metido
el quirquincho. Entonce agarró un palito y empezó a pasarle por
donde gotiaba, y prueba. No le parecía muy dulce al zorro, esa miel,
y li hace una pinchadura al quirquincho en la cola. Entonce l'hizo
dos pinchaduras más, el quirquincho no pudo más sufrir la risa y se
pegó una carcajada, y se largó del árbol. Entonce le dice al
zorro:
José
Agustín Quiroga, 61 años. Estancia Grande. La Capital. San Luis,
1967.
El
narrador, nativo del lugar, aprendió este cuento de su madre,
también nativa del lugar.
Cuento
350. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1 anonimo (argentina) - 033
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