Éste
que era un Rey que vivía en medio de una selva en su palacio y que
tenía un caballo de siete colores. Que el caballo se le había
disparado de la noche a la mañana y no podía conseguir quien lo
pillara. Entonce que echa proclamas diciendo: «Quien pille el
caballo de siete colores se casa con mi hija».
Eso
había oído el zorro, que se llamaba Juan, y no hallaba qui hacer.
Un día que lo encuentra al quirquincho que se llamaba José y le
dice:
-Che
-que le dice el zorro, dice el Rey que quien pille al potro de siete
colores se casará con su hija. ¡Caramba! ¿Qué no ti animás, vos,
che?
Y
entonce se va corriendo el zorro y le dice al Rey que el quirquincho
ha dicho que va a pillar el potro de siete colores.
Entonce
el Rey le dice que vaya a llamar al quirquincho. Y se va el zorro y
lo llama. Cuando viene el quirquincho que le dice el Rey:
-Amigo
-le dice el Rey, palabra de Rey no puede faltar, haiga dicho u nu
haiga dicho, unté me va tráir el potro. Así que elija un cuero,
haga un lazo y dentro de quince días me trái el potro, que si no,
lo hago matar.
Entonce
el quirquincho eligió el cuero y si había ido hacer su lazo. Por
áhi, un día, está de llegada el zorro y le dice:
-Aquí
'stoy jodido. Yo no sé qué desgraciao ha 'ido a decir al Rey que mi
animo a pillar el caballo de siete colores. ¡Carajo!
Y
si había ido a pedir cuero y empieza a hacer su lazo, viendo, viendo
su cola. Cuando terminan los dos, se van y empiezan a cavar una cueva
al lado de la sonda de bajada del potro, uno de cada lao. El zorro
que había cavao una cueva derecha no más como es su cueva, en
cambio el quirquincho había cavao con vueltas como es la cueva que
hace él. Entonces que dice el quirquincho que él iba a enlazar
primero, y el zorro no quiere, y dice que él es primero. El
quirquincho lo deja. Y ven que ya venía el potro y se aprontan. El
zorro si había atado el lazo por media panza, y cuando llega el
potro, lo enlaza y el potro lo saca como escupida. Claro, como la
cueva era derecha, no se podía afirmar en nada. Y cuando ve que el
potro lo lleva a la rastra, empieza a gritar:
El
quirquincho espera unos días que venga el potro, pero como no vuelve
se va y le avisa al Rey que el potro no baja, y que cré que el zorro
lo ha enlazao porque ha óido unos gritos, y el Rey dice:
-Seguro
que el bárbaro de Juan si ha hecho matar con el potro, porque ha
pedío cuero para hacer un lazo.
Le
'bía dado cinco días más de tregua en ese tiempo, y había venío
el potro, pero muy cosquilloso, y tráia, en la punta 'el lazo, un
pedazo del cuero del zorro. Eso era señal que lu había muerto por
los campos.
Le
tocó al quirquincho enlazar el potro, entonce. El quirquincho se
preparó. Había atao su lazo en una ráiz del árbol por bajo la
tierra, y lo 'bía enlazao. Y en el primer tirón cayó al suelo el
potro, y grita al Rey que vengan a poner el bozal.
El
quirquincho se afirmó en las güeltas de su cueva, y cuando si
agarra con las uñas que tiene, no lo mueve naide.
Ya
vinieron y lo llevaron al potro de siete colores y lo atan en el
bramadero, y se casa, con l' hija 'el Rey, el quirquincho.
Y
ha pasao por un zapato roto
pa
qui usté cuente otro.
Victoria
López, 35 años. Ovejería. Santa María. Catamarca, 1952.
La
narradora, colla, es pastora en esta pequeña y solitaria meseta
situada a 4500 m de altura, rodeada por altas cumbres nevadas. Usa
ojotas, la primitiva sandalia de cuero de los indígenas de la Puna,
y amplias faldas superpuestas, de telas burdas de lana, tejidas en
los telares domésticos. Es el traje típico de la colla de la Puna,
que en la actualidad va desapareciendo.
El
cuento tradicional argentino tiene una desusada amplitud en boca de
esta narradora semianalfabeta, pero inteligente. Es una variante
curiosa en la que entran personajes como el Rey y el caballito de
siete colores del cuento tradicional.
Cuento
248. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1 anonimo (argentina) - 033
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