El
zorro y el quirquincho salieron a rodar tierra. Anduvieron mucho y no
hallaban qué comer. Entonces se dispusieron de usar de alguna
habilidá para buscarse algún alimento. Bueno... Dispusieron de
enlazar algunos animales. Se jueron junto al agua, ande tenían que
bajar los animales. Entre los dos se pusieron di acuerdo. Que uno
tenía que enlazar un día, y a la vez siguiente, el otro.
Al
quirquincho le tocó primero. El quirquincho se valió de sus ardiles
y cavó la cueva con recovecos, como la sabe cavar él. Llegaron unos
potros, y el zorro los echó pal láu que 'tába el quirquincho.
Entonces el quirquincho tiró el lazo y enlazó un potro gordo, y se
dentró a la cueva. Ande acabó el lazo se quebró el cogote, el
potro. Lo carniaron al potro y tuvieron para comer unos días.
A
los diyas le tocó al zorro. Él quiso hacer como el quirquincho y
cavó su cueva. Él la cava derecho, a la cueva, ¡y claro!, no tiene
ande hacer pie. El quirquincho l'echó la tropía y enlazó el zorro.
Disparó el potro y lo sacó como una bala al zorro. ¡Qué pucha!,
lo llevó por las nubes, y lo mató. Y así terminó la vida 'el
zorro.
Rosario
Gómez, 65 años. San Vicente. Córdoba, 1952.
Campesina.
Buena narradora.
Cuento
262. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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