113. Cuento popular castellano
Era una hija de un rey que estaba
jugando con una bola de oro, y al tirarla se la cayó a un pozo. Entonces empezó
a llorar, y se la apareció un sapo, que la dijo:
-¿Por qué lloras, niña?
Y ella contestó:
-Porque se me ha caído una bola de oro
al pozo. Si me la sacas, te llevaré conmigo y comerás todos los días en mi
plato.
Se la sacó el sapo del pozo, y una vez
que la tuvo fuera, ella la cogió y se echó a correr. Por más que el sapo la
llamaba, ella no le hacía caso. Llegó la niña a palacio, y la estaban esperando
ya para comer.
Se pusieron a comer cuando pasó una
muchacha y dijo que allí había un sapo que decía que tenía que pasar a comer
con la niña. Entonces el rey dijo que pasara. Y al decir el sapo lo que había
sucedido, la dijo el rey a la niña que lo que había ofrecido debía cumplirlo. Y
le mandó que comiera con ella. Pero a ella la daba asco, y apenas comió aquel
día.
Luego, después de comer, se fue a
echar, y el sapo dijo que él también tenía sueño. Entonces dijo el rey que le
llevara con ella. Pero como la daba asco, le dejó en la alfombra y ella se
subió corriendo a la cama. Y el sapo no dejaba de decirla:
-Tengo sueño; tengo sueño. Súbeme
contigo.
Entonces ella, ya harta de oírle, se
bajó de la cama y le cogió y le dio contra una pared. En ese momento se volvió
en un caballero muy elegante, muy esbelto, y la dijo:
-Yo era un príncipe encantao, que me
había encantao una hechicera, y dijo que me desencantaría una princesa dándome
un golpe.
Entonces ella se fue corriendo a
decírselo a su padre. Y como el príncipe era muy guapo -pues en seguida
dispusieron que se casara con la princesa. Y ya se casaron y vivieron felices,
y comieron muchas perdices...
Sieteiglesias,
Valladolid. Narrador
XC, 7 de mayo, 1936.
Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo
058. anonimo (castilla y leon)
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