64. Cuento popular castellano
Era un matrimonio que tenía un hijo. Y
se murieron sus padres, y le recogió una abuela. El niño cayó enfermo y la
abuela no tenía leche que darle de beber. Y le dio la leche de la burra. Y
cuando fue a la escuela, todos los niños le llamaban el Hijo Burra.
Y dijo un día a la abuela que se
marchaba. Se fue andando y se encontró con uno y le preguntó que qué hacía
allí. Y dijo que estaba desesperado, porque en su casa no le querían dar de comer.
-Pues, vente conmigo -le dijo el Hijo
Burra.
Fueron andando y se encontraron con
otro, que estaba cavando. Y le dijo el Hijo Burra que qué hacía. Y le dijo:
-Estoy cavando para ganar que comer.
Dice el Hijo Burra:
-Pues, vente con nosotros.
Y llegaron a un bosque. Y había una
casa y se metieron en ella. Y allí vivían. Un día se fueron dos de caza, el
Hijo Burra y otro; el otro se quedó haciéndoles la comida. Y cuando estaba
haciendo la comida, bajó el diablo, y dijo:
-Dame un poco lumbre, que si no, te lo
meo.
Y le dijo el que se había quedado:
-No, no, que es para hacer la comida a
mis compañeros.
Y se fue a agachar a coger la lumbre,
y el diablo le dio un martillazo en la cabeza y le hizo chorrear mucha sangre.
Cuando llegaron los otros, le preguntaron que qué le pasaba. Y les dijo que
había bajado el diablo y le había pedido lumbre; que no se la quería dar y que
le había dado un martillazo. Y entonces dijo el que se había marchado de caza
con el Hijo Burra:
-Yo me quedaré mañana.
Y le pasó lo mismo. Ya vinieron el
Hijo Burra y el otro, y les contó que había bajado el diablo otra vez, que no
le había querido dar lumbre y le había dado un martillazo. Y dijo el Hijo
Burra:
-Yo me quedaré mañana, que no valéis
para nada.
Al día siguiente se marcharon los dos
de caza, quedándose el Hijo Burra para hacerles la comida. Bajó el diablo y le
pidió un poco lumbre. Dice el Hijo Burra:
-Agáchate a por ello.
Se fue a agachar el diablo, y le dio
el Hijo Burra un martillazo al diablo. Fue echando sangre el diablo hasta un
pozo. Cuando llegaron los otros, le preguntaron que qué le había pasado.
-¡Mirar, mirar, por dónde va la sangre
del diablo!
Cogieron una soga y una esquila y se
marcharon a buscarlo. Ya llegaban al pozo, y dijo uno de ellos:
-Atadme y me bajéis al pozo. Cada vez
que toque dos veces, me vais bajando más abajo. Y cuando toque tres, me subís.
Le bajaron y llegó a una sala donde
hacía muchísimo calor. Tocó tres veces y le subieron. Ya le preguntaron que qué
había.
-¡Uy, hay una sala de mucho calor,
mucho calor! ¡No se puede pasar!
Y dice el otro:
-Atadme a mí y bajo yo a ver.
Tocó dos veces y le bajaron más abajo.
Llegó a una sala de mucho calor. Y a otra de mucho frío. Tocó tres veces y le
subieron. Y le preguntaron que qué había. Y dijo que no se podía pasar por allí:
primero hacía mucho calor, y luego mucho frío. Dice el Hijo Burra:
-Atadme a mí y bajo yo a ver. Cada vez
que toco dos veces, me vais bajando más abajo.
Le bajaron y llegó a la sala de mucho
calor. Y luego llegó a otra donde hacía mucho frío. Y a otra donde había
señoritos y señoritas bailando. Llegó a otra donde estaba el diablo, y le dice
al Hijo Burra:
-¿A qué vienes tú aquí?
-A pelear contigo.
Y fue y dice:
-Pues, ya estamos.
Y cogió el diablo una espada muy buena
y el otro una muy mala, muy mala. Y fue el Hijo Burra y le cortó una oreja. Y
dice el diablo:
-Bueno, déjame, que ya sé que me
puedes.
Y fue y tocó tres veces y le subieron.
Le preguntaron que qué había visto, que por qué había tardado
tanto.
-Mirar.
Mordió la oreja y se presentó el diablo
y todas las señoritas. Volvió a morderla y se bajaron. Fue a volver a moderlas
y se cayó la oreja al pozo. Y ya no la pudo volver a morder.
Gumiel
del Mercado, Burgos. Narrador
XXII, 12 de julio, 1936.
Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo
058. anonimo (castilla y leon)
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