55. Cuento popular castellano
En un día fresco estaba un erizo al
sol. Y pasó la liebre y le dijo:
-¿Qué haces por ahí, holgazán, que no
andas por el campo? Llevo todo el día corriendo y toda la noche, y tú aquí sin
trabajar. Y es que eres muy torpe.
Y la dice el erizo:
-¡Oye, majestuosa, te apuesto lo que
quieras a correr! Y apostaron una merienda.
-Y, ¿cuándo vamos a echar la carrera,
a hacer el desafío? -preguntó el erizo.
-Mañana mismo, en la tierra del señor
Fulano, que tiene los surcos muy largos, que miden lo menos dos quilómetros.
Nos pondremos a la par, y el que llegue antes al final del surco, aquél gana.
-A las carreras que tú dispongas -dice
el erizo.
-Siendo seis carreras, son doce
quilómetros -dice la liebre. Ya es bastante.
Al anochecer, el erizo regresó a casa
y se está con la eriza. Y la cuenta la apuesta que tenía con la liebre, y dice
la eriza:
-¿Dónde te vas a poner a correr con la
liebre, que es la que más corre?
-Lo tengo pensado y he de ganar. Pero
con tu ayuda, eriza.
-Y, ¿de qué forma?
-Pues verás. Mañana te vienes tú
conmigo a la tierra del señor Fulano, y tú te pones a lo último del surco, y
yo al entrar. Nos ponemos la liebre y yo a la una, a las dos, a las tres;
emprendemos la marcha, y luego, cuando llegue la liebre a ti, te levantas y dices:
«¡Yo ya he llegao! ». Luego le dices, «¡A la una, a las dos, a las tres!» Y al
echar a correr la liebre, tú, quieta allí. Y cuando llegue a mí, digo lo mismo:
«¡Yo ya he llegao!»
Y, efectivamente, así lo hicieron, La
eriza se puso a lo último del surco, y cuando llegaba la liebre, se levantaba y
decía:
-¡Yo ya he llegao!
Y cuando volvía la liebre al punto de
partida, pasaba lo mismo. Se levantaba el erizo y decía:
-¡Yo ya he llegao!
Terminaron las seis carreras, y cayó
la liebre reventada de puro correr. Y ganó la apuesta el erizo.
Nava
de la Asunción ,
Segovia. Narrador
XXVI, 15 de abril, 1936.
Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo
058. anonimo (castilla y leon)
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