180. Cuento popular castellano
Había en una casa un duende que no
dejaba dormir ninguna noche a la familia. Como tanta lata les daba, optaron por
mudarse de casa.
Ya habían llevado a otra casa todos
los trastos, y sólo les quedaban unos cedazos. Y cuando las mujeres bajaban por
la escalera, dijo una de ellas:
-Chica, que se olvidaron los cedazos.
Y el duende contestó:
-Andai, andai, ¡qué los cedazos ya los
llevo yo!
Peñaranda
de Duero, Burgos. Narrador
XXXIX, 17 de julio, 1936.
Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo
058. anonimo (castilla y leon)
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