159. Cuento popular castellano
Estaba mi padre en el monte con su
ovejas, y llegó otro pastor que transitaba mucho por el camino. Y dijo el
pastor aquél:
-¿Queréis ver una cosa buena? Venid
aquí detrás de una mata.
Y se pusieron detrás de una mata al
lado del camino. Y en ese momento pasaban muchas ovejas y varios pastores con
sus caballerías. Y el pastor aquél sacó un libro y le abrió. Y al abrir el
libro, ya no se meneaban los ganados de donde estaban.
Y ya fue el dueño del ganao y
reconoció que había presonas detrás de la mata. Y se acercó a ellos y les dijo
que si tenían alguna cosa diablórica, que tuvieran el favor de retirarla, que
ellos no podían hacer pasar su ganao y que tenía que ser una cosa diablórica. Y
fue el pastor y cerró el libro, y echaron a andar las caballerías y los
ganados.
Y después el pastor se confesaba. Y le
mandaba el sacerdote que tirara el libro a la lumbre para que se quemara. Y el
libro, nada más tirarle, y otra vez se volvía al bolso. Y así seguía. Y se
volvió a confesar y le decía el sacerdote que pusiera lumbre en el chozo y que
lo tirara estando ardiendo la lumbre. Y tal libro otra vez se le volvía al
bolso... siempre al bolso.
Y le dijo después, al volverse a
confesar, que tapase bien la puerta del chozo y dejara nada más un hueco del
tamaño del libro, y una piedra preparada para nada más tirar el libro por el
hueco, taparlo con la piedra. Así hizo, y tiró el libro y puso el canto.
Entodavía empujó el libro, meneaba la piedra; pero como estaba bien tapada, no
pudo ser. Y entonces fue que se desafó del libro.
Villabrágima,
Valladolid. Narrador
XLVII, 10 de mayo, 1936.
Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo
058. anonimo (castilla y leon)
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