Érase una vez una hermosa
reina que deseaba ardientemente la llegada de una niña. Un día que se
encontraba sentada junto a la ventana en su aro de ébano, se pico el dedo con
la aguja, y pequeñas gotas de sangre cayeron sobre la nieve acumulada en el
antepecho de la ventana.
La reina contempló el contraste de la sangre roja sobre la
nieve blanca y suspiro.
-¡Como quisiera tener una
hija que tuviera la piel tan blanca como la nieve, los labios rojos como la
sangre y el cabello negro como el ébano!
Poco tiempo después, su
deseo se hizo realidad al nacerle una hermosa niña con piel blanca, labios
rojos y cabello negro a quien dio el nombre de Blanca Nieves.
Desafortunadamente, la
reina murió cuando la niña era muy pequeña y el padre de Blanca Nieves contrajo
matrimonio con una hermosa mujer y cruel que se preocupaba mas de su apariencia
física que de hacer buenas acciones.
-Espejo mágico, ¿quien es
la más hermosa del reino?
Invariablemente el espejo
le respondía:
-¡La más bella eres tu!
La vanidad de la Reina vivía satisfecha con la respuesta, hasta que un día, el
espejo le respondió algo diferente:
-Es verdad que su
majestad es muy hermosa; pero ¡Blanca Nieves es la más hermosa del reino!
Enfurecida, la envidiosa Reina
grito:
-¿Blanca Nieves más
hermosa que yo? ¡Imposible! ¡Eso no lo tolerare!
Entonces mando llamar a
su más fiel cazador.
-¡Llévate a Blanca Nieves
a lo mas profundo del bosque y mátala! Tráeme su corazón como prueba de que
cumpliste mis órdenes.
El cazador inclinó la
cabeza en signo de obediencia y fue en busca de Blanca Nieves.
¿Adónde vamos? preguntó
la joven.
-A dar un paseo por el
bosque su Alteza, -respondió el cazador. El pobre hombre acongojado, sabía que
seria incapaz de ejecutar las órdenes de la Reina. Al llegar al
medio del bosque, el cazador explico a Blanca Nieves lo que sucedía y le dijo:
-¡Corre vete lejos de
aquí y escóndete en donde la Reina no pueda encontrarte, y no regreses jamás a
palacio!
Muy asustada Blanca
Nieves se fue llorando, el cazador mató a un jabalí y le saco el corazón.
"La Reina creerá que es el
corazón de Blanca Nieves" -pensó el cazador-."Así la princesa y yo
viviremos mas tiempo".
Blanca Nieves se encontró
sola en medio de la oscuridad del bosque. Estaba aterrorizada. Creía ver ojos
en todas partes y los ruidos que escuchaba le causaban mucho miedo.
Corrió sin rumbo alguno.
Vago durante horas, hasta que final-mente vio en un claro del bosque, una
pequeña cabaña.
¿Hay alguien en casa?-
pregunto mientras tocaba a la puerta.
Como nadie respondía,
Blanca Nieves la empujó y entró. En medio de la pieza vio una mesa redonda
puesta para siete comensales. Sintiéndose segura y al abrigo, subió las
escaleras que conducían a la planta alta donde descubrió, una al lado de las
otras siete camas pequeñas.
"haré una pequeña
siesta" -se dijo- ¡Estoy tan cansada! "
Entonces se acostó y se
quedo profundamente dormida.
La cabaña pertenecía a
los siete enanitos del bosque. Eran muy pequeños, tenían barbas largas y
llevaban sombreros de vivos colores. Esa noche regresaron de una larga jornada
de trabajo en la mina de diamantes.
-¡Miren! ¡Hay alguien
durmiendo en nuestras camas! Uno de ellos tocó delicadamente el hombro de
Blanca Nieves quien despertó sobresaltada.
-¿Quién eres? ¿Qué haces
aquí? -preguntaron los enanitos sorprendidos.
Blanca Nieves les contó
su trágica historia y ellos la escucharon llenos de compasión.
-Quédate con
nosotros. Aquí estarás segura.
-¿Sabes preparar tartas de manzana? -preguntó
uno de ellos.
-¡Sí, sí! Puedo preparar
cualquier cosa -respondió ella contenta.
-La tarta de manzana es
nuestro postre preferido
-le dijeron.
Blanca Nieves se ocupaba
de las faenas de la casa mientras ellos trabajaban en la mina de diamantes, y
en la noche ella les contaba divertidas historias.
Sin embargo. Los enanitos
se sentían inquietos por la seguridad de Blanca Nieves.
-No hables con extraños
cuando estés sola. Y, sobretodo, ¡no le habrás la puerta a nadie! -le
advertían al salir.
-No se preocupen. Tendré
mucho cuidado -les prometía. Los meses pasaron y Blanca Nieves era cada vez más
hermosa. Leía, bordaba y cantaba hermosas canciones. Algunas veces soñaba que
se casaba con un apuesto príncipe.
Entretanto la malvada Reina
convencida de que Blanca Nieves estaba muerta, había cesado de interrogar a su
espejo mágico. Pero una mañana decidió consultarlo de nuevo.
-¿Es verdad que yo soy la
más hermosa del reino?
-preguntó
-No, tu no eres la más
hermosa, la más hermosa -respondió el espejo- es Blanca Nieves sigue siendo la
más hermosa del reino.
-¡Pero Blanca Nieves esta
muerta!- No -contestó el espejo-. Esta viva y habita con los siete enanitos del
bosque.
La Reina encolerizada
mandó buscar al cazador, pero este se había marchado del palacio. Entonces
empezó a pensar como haría para deshacerse ella misma de la joven de una vez
por todas.
Blanca Nieves estaba
preparando una tarta cuando una vieja aldeana se acercó a la casita. Era la malvada
Reina disfrazada de mendiga.
-Veo que estas preparando
una tarta de manzanas -dijo la anciana asomándose por la ventana de la cocina.
-Si -respondió
nerviosamente Blanca Nieves-. Le ruego me disculpe pero no puedo hablar con
extraños.
¡Tienes razón! -respondió
la Reina-. Yo
simplemente quisiera regalarte una manzana. Las vendo para vivir y quizás un
día quieras comprar. Son deliciosas ya veras.
La Reina corto un trozo
de manzana y se lo llevo a la boca.
-¿Ves hijita? Una manzana
no puede hacerte ningún mal. ¡Disfrútala! Y se alejo lentamente.
Blanca Nieves no podía
alejar sus ojos de la manzana. ¡No solo parecía inofensiva, si no que se veía
jugosa e irresistible!
No puede estar envenenada
la anciana comió un trozo, se dijo. La pobre Blanca Nieves
se dejo engañar. ¡La malvada reina había envenenado la otra mitad de la
manzana! Poco después de haber mordido la manzana Blanca Nieves
cayo desmayada y una muerte aparente hizo su efecto de inmediato. Allí
encontraron los siete enanos al regresar de la mina.
-¡Esto sin duda alguna es
obra de la Reina! -gritaron angustiados mientras intentaban reavivar a Blanca
Nieves.
Pero todo era en vano, la
muchacha inmóvil, no daban ninguna señal de vida. Su aliento no empañaba el
espejo que los enanitos le ponían cerca de la boca.
Los siete enanitos
lloraban amargamente la muerte de Blanca Nieves y no querían que de ninguna
manera separarse de ella. Tal era su belleza que al verla daba la impresión de
que estaba dormida. Posiblemente pensaron, era víctima de un hechizo. Entonces
decidieron ponerla dentro de una urna de cristal y hacer turnos para cuidarla.
Un día un joven Príncipe,
que pasaba por el bosque oyó hablar de la hermosa princesa que yacía en la urna
de cristal.
¡Como quisiera verla!
Pensaba mientras se dirigía a la casa de los siete enanitos.
Al verla, el príncipe se
enamoro inmediatamente de ella. -¡Era la joven más hermosa que jamás había
visto! -¡por favor déjenme cuidarla! -suplicó a los siete enanitos-. Yo velare
su sueño y la protegeré por el resto de mi vida.
En un comienzo los
enanitos se negaron, pero después aceptaron pensando que Blanca Nieves estaría
más segura en el castillo.
Cuando los lacayos del
príncipe levantaron la urna de cristal para llevársela, uno de ellos se tropezó
y el cofre se sacudió. El trozo de manzana envenenada cayó de la boca de Blanca
Nieves. Sus mejillas, hasta entonces de un pálido mortal, comenzaron a teñirse
de rosa y sus ojos se abrieron lentamente. Los enanitos no podían contener su
alegría, mient4as Blanca Nieves se arrodillaba al pie de Blanca Nieves.
-Deseo con todo mi
corazón que seas mi esposa- susurro el príncipe conmovido.
Blanca Nieves que se
había enamorado del apuesto príncipe, le respondió:
-Si seré tu esposa.
La boda se celebro con
una gran fiesta. La malvada fue perdonada e invitada. ¡Pero cuando vio la
belleza y dulzura de Blanca Nieves, se lleno de tal rabia y envidia, que cayo
muerta al instante!
Blanca Nieves y el
Príncipe vivieron felices en un hermoso castillo, y los siete castillos nunca
tuvieron que regresar a trabajar a la mina de diamantes.
999. Anonimo,
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