Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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lunes, 11 de junio de 2012

El mono bondadoso

Se trataba de un mono muy compasivo y que abría su corazón a todos los animales con los que se encontraba. Era cordial y expansivo, y gustaba de departir con todo animal que lo desease. Un día conoció a una tortuga macho y trabó una buena amistad con ella. Tortuga y mono pasaban las horas hablando de temas muy diversos, compartían alimen­tos y se deleitaban con la contemplación del bosque. Tenían intereses espirituales comunes y con frecuen­cia debatían sobre filosofia, mística, la liberación y el camino espiri-tual. Comenzaron así a pasar muchas horas juntos. Pero la tortuga estaba casada...
La tortuga hembra comenzó a sentirse molesta porque su marido estaba demasiadas horas fuera del hogar. Pidió explicaciones a la tortuga macho y ésta le contó la verdad: se había hecho muy amiga de un mono y podía hablar con él de temas profundos, metafisicos y espirituales. Era una amistad enriquece­dora para ambos y, además, el mono era un ser com­pasivo, amoroso y de gran corazón. La esposa se sin­tió entonces molesta y celosa. Maquinó: «Debo hallar alguna forma de acabar con ese maldito mono.» Ideó un plan perverso y lo puso en acción. Comenzó a fin­gir que había adquirido una rara enfermedad muy peligrosa que ponía en riesgo su vida. El marido esta­ba realmente preocupado.
-¿Qué puedo hacer por ti, esposa?
La tortuga hembra explicó:
-Mis órganos están muy débiles. En cualquier momento puedo morir. He consultado a la tortuga­curandero y me ha asegurado que sólo puedo sal­varme si me alimento con hígado de mono.
La angustia atenazó al marido. La esposa insistió:
-Necesito hígado de mono o moriré; te lo ase­guro. Tú tienes amistad con ese compasivo mono. Si es tan caritativo como siempre me dices, no dudará en ofrecerte su hígado para salvar mi vida.
La tortuga fue a hablar con el mono y le mintió:
-Amigo mono, mi esposa desea conocerte y darte las mayores atenciones. Ven a comer a nuestra casa.
Las tortugas vivían en medio de un estanque y el mono no sabía nadar. Preguntó:
-¡Y cómo llegaré hasta vuestra casa!
-Muy fácil, amigo -explicó la tortuga-; sólo tengo que llevarte sobre mi caparazón.
-¡Magnífico -dijo el mono satisfecho y anhe­lante de conocer a la esposa de su buen amigo.
Comenzaron a cruzar el gran estanque, el mono sobre el caparazón de la tortuga. Estando a medio trayecto, la tortuga dijo:
-Tengo que decirte la verdad. Necesitamos tu hígado. Mi compañera está muy enferma y tiene que tomar hígado de mono si quiere salvar su vida.
El mono era muy intuitivo. Tenía una gran perspi­cacia y al momento captó las malas intenciones de la compañera de su amigo. Con toda naturalidad, dijo:
-¿Cómo no me lo has dicho antes? Resulta que me he olvidado el hígado en mi cabaña sobre el árbol. Pero sabes cuánto te quiero. Volvamos y traeré el hígado. No faltaba más. Si tu esposa está tan enferma, yo la ayudaré.
Volvieron hasta el refugio del mono. El mono trepó por el árbol y desde su cabaña dijo a la tortuga, que estaba abajo:
-¡Pobre tonto! Tu mujer te ha engañado. No puedo seguir asociado a alguien tan necio. Ella es perversa; tú simplemente eres bobo. Desde ahora cada uno seguirá su existencia sin el otro. Te deseo mucha felicidad, pero no vuelvas por aquí.

El Maestro dice: La compasión no es falta de firmeza.

Fuente: Ramiro Calle

004. anonimo (india)

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