Se trataba de un mono muy
compasivo y que abría su corazón a todos los animales con los que se encontraba.
Era cordial y expansivo, y gustaba de departir con todo animal que lo desease.
Un día conoció a una tortuga macho y trabó una buena amistad con ella. Tortuga
y mono pasaban las horas hablando de temas muy diversos, compartían alimentos
y se deleitaban con la contemplación del bosque. Tenían intereses espirituales
comunes y con frecuencia debatían sobre filosofia, mística, la liberación y el
camino espiri-tual. Comenzaron así a pasar muchas horas juntos. Pero la tortuga
estaba casada...
La tortuga hembra comenzó
a sentirse molesta porque su marido estaba demasiadas horas fuera del hogar.
Pidió explicaciones a la tortuga macho y ésta le contó la verdad: se había
hecho muy amiga de un mono y podía hablar con él de temas profundos,
metafisicos y espirituales. Era una amistad enriquecedora para ambos y,
además, el mono era un ser compasivo, amoroso y de gran corazón. La esposa se
sintió entonces molesta y celosa. Maquinó: «Debo hallar alguna forma de acabar
con ese maldito mono.» Ideó un plan perverso y lo puso en acción. Comenzó a fingir
que había adquirido una rara enfermedad muy peligrosa que ponía en riesgo su
vida. El marido estaba realmente preocupado.
-¿Qué puedo hacer por ti,
esposa?
La tortuga hembra
explicó:
-Mis órganos están muy
débiles. En cualquier momento puedo morir. He consultado a la tortugacurandero
y me ha asegurado que sólo puedo salvarme si me alimento con hígado de mono.
La angustia atenazó al
marido. La esposa insistió:
-Necesito hígado de mono
o moriré; te lo aseguro. Tú tienes amistad con ese compasivo mono. Si es tan
caritativo como siempre me dices, no dudará en ofrecerte su hígado para salvar
mi vida.
La tortuga fue a hablar
con el mono y le mintió:
-Amigo mono, mi esposa
desea conocerte y darte las mayores atenciones. Ven a comer a nuestra casa.
Las tortugas vivían en
medio de un estanque y el mono no sabía nadar. Preguntó:
-¡Y cómo llegaré hasta
vuestra casa!
-Muy fácil, amigo -explicó
la tortuga-; sólo tengo que llevarte sobre mi caparazón.
-¡Magnífico -dijo el mono
satisfecho y anhelante de conocer a la esposa de su buen amigo.
Comenzaron a cruzar el
gran estanque, el mono sobre el caparazón de la tortuga. Estando a medio
trayecto, la tortuga dijo:
-Tengo que decirte la
verdad. Necesitamos tu hígado. Mi compañera está muy enferma y tiene que tomar
hígado de mono si quiere salvar su vida.
El mono era muy
intuitivo. Tenía una gran perspicacia y al momento captó las malas intenciones
de la compañera de su amigo. Con toda naturalidad, dijo:
-¿Cómo no me lo has dicho
antes? Resulta que me he olvidado el hígado en mi cabaña sobre el árbol. Pero
sabes cuánto te quiero. Volvamos y traeré el hígado. No faltaba más. Si tu
esposa está tan enferma, yo la ayudaré.
Volvieron hasta el
refugio del mono. El mono trepó por el árbol y desde su cabaña dijo a la
tortuga, que estaba abajo:
-¡Pobre tonto! Tu mujer
te ha engañado. No puedo seguir asociado a alguien tan necio. Ella es
perversa; tú simplemente eres bobo. Desde ahora cada uno seguirá su existencia
sin el otro. Te deseo mucha felicidad, pero no vuelvas por aquí.
El Maestro dice: La compasión no es falta de firmeza.
Fuente: Ramiro Calle
004. anonimo (india)
No hay comentarios:
Publicar un comentario