Había un maestro
imperturbable. Tenía un gran corazón y era excepcional-mente compasivo, pero
nada ni nadie podía alterarlo. Siempre mantenía su calma profunda y su
equilibrio, hasta tal punto que algunos de sus discípulos dudaban de si el
maestro fingía esa asombrosa impavidez o si es que realmente nada podría ya
perturbarle. Los discípulos polemizaban a menudo sobre ello. Unos decían:
-Seguro que en su
interior no es tan calmo.
Otros:
-Si un día le sucediera algo
grave, probablemente no lograría mantener esa imperturbabilidad.
Otros:
-Claro, es fácil
aparentar tanta calma si no te sucede nada desagradable.
El maestro sabía de las
dudas de sus discípulos, pero eso tampoco lo inmutaba. Él había conseguido el rango
del ser iluminado que vive en el mundo sin estar en él.
Cierto día, estaban
maestro y discípulos celebrando una reunión espiritual, cuando de repente una
serpiente extraordinariamente venenosa picó al maestro en el cuello. El espanto
fue general entre los discípulos. Aquella mordedura era necesariamente mortal.
En pocos minutos el maestro habría abandonado su cuerpo. Todos se quedaron
atónitos cuando comprobaron que el mentor no perdió su impavidez e incluso
sonrió como si nada hubiera pasado, aunque era bien consciente de que le
quedaban pocos minutos de vida. Viéndolo tan imperturbado, los discípulos le
preguntaron cómo lograba hacerlo. Declaró:
-Queridos míos, si estáis
en un carnaval y no sabéis qué es un carnaval y veis dragones fantasmas, esqueletos...
todo ello, tomándolo por real, os angustiaría y atemorizaría. Pero si sabéis
que es parte de un carnaval y no lo consideráis real, nada de ello os alteraría
e incluso os divertiría o entretendría. Como estoy instalado en mi real
naturaleza interior, nada de lo que contemplo puede alterarme. Os quiero de
corazón. Buscad la liberación sin descanso.
Y su cuerpo se desplomó
contra el suelo. Había muerto, pero la sonrisa, más hermosa de cuanto pueda
decirse, persistía en sus labios.
El Maestro dice: Cuando alcanzas la total evolución de la
consciencia, el espectador deja de ser el espectáculo. ¿Qué habrá entonces
que pudiera inquietarle?
Fuente: Ramiro Calle
004. anonimo (india)
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