Un monarca quiso probar a
un eremita y ponerlo en un atolladero. Era su modo de divertirse.
Quería comprometer al
eremita e incluso dejarlo en ridículo. No podía entender que alguien pasara su
vida contemplativamente y no trabajase para él. Lo hizo llamar.
-Oye, ermitaño -le dijo
el monarca, delante de un grupo de cortesanos-, ¿quién es más poderoso: Dios o
tu rey?
Pero el ermitaño no dudó
en responder:
-Tú, señor.
-Pues como no me
expliques eso -dijo burlonamente el rey-, el látigo va a golpear un centenar
de veces tu escuálida espalda.
-Es muy fácil, señor
-repuso apaciblemente el eremita-. Tú eres más poderoso porque puedes desterrar
a cualquier súbdito de tu reino. En cambio, Dios no puede hacer tal cosa,
¿porque adónde podría desterrar a esa persona?
El Maestro dice: Al burlarte de un sabio no estás haciendo
otra cosa que poniéndote a ti mismo en ridículo.
Fuente: Ramiro Calle
004. anonimo (india)
No hay comentarios:
Publicar un comentario