En una ocasión, un león
se aproximó hasta un lago de aguas espejadas para calmar su sed y, al acercarse
a las mismas, vio su rostro reflejado en ellas y pensó: «¡Vaya!, este lago debe
ser de este león. Tengo que tener mucho cuidado con él.» Atemorizado se retiró
de las aguas, pero tenía tanta sed que regresó a las mismas. Allí estaba otra
vez el «león». ¿Qué hacer? La sed lo devoraba y no había otro lago cercano.
Retrocedió. Unos minutos después volvió a intentarlo y, al ver al «león»,
abrió las fauces amenazadoramente, pero al comprobar que el otro «león» hacía
lo mismo, sintió terror. Salió corriendo, pero ¡era tanta la sed! Lo intentó
varias veces de nuevo, pero siempre huía espantado. Pero como la sed era cada
vez más intensa, tomó finalmente la decisión de beber agua del lago sucediera
lo que sucediese. Así lo hizo. Y al meter la cabeza en las aguas, ¡el «león»
desapareció!
El Maestro dice: Muchos de nuestros temores son imaginarios.
Sólo cuando los enfrentamos, desaparecen. No dejes que tu imaginación
descontrolada usurpe el lugar de la realidad ni te pierdas en las creaciones
y reflejos de tu propia mente.
Fuente: Ramiro Calle
004. anonimo (india)
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